DIARIO IRLANDES, de Heinrich Böll
Böll es un escritor alemán que se comprenderá bastante bien teniendo en cuenta los años de nacimiento y muerte: del 1917 a 1985. Así que paso su juventud en medio del nazismo, participo en las penurias de la guerra y posterior reconstruccion de la Republica Federal de Alemania. No llego a vivir la reunificacion. Ni la desaparicion de la Guerra Fría.
La obra de hoy es un diario de viaje por la isla irlandesa en los años 50. He estado yo mismo dos veces en ella, una por espacio de un mes en furgoneta, y la segunda por la capital. Irlanda, como se encarga de recordarnos Böll, es el único pais de Europa, la única cultura propia y diferenciada, que no se ha expandido violentamente por otros pueblos. Bien sabida es la opresión inglesa durante siglos, opresión hasta la abyección. Opresión a veces, inhumana. Leer la historia de este pueblo es muy interesante. Y parece que, buscando un lugar de paz, un lugar donde no hubiera señales de expansionismos nacionalistas, Böll pensó en un pais rico culturalmente, un pais con un lenguaje fácil de entender (el ingles), un pais que le sacara de la miseria ideológica del nacionalsocialismo y su recuerdo, de los avatares de la guerra y la humillante postguerra. Un lugar barato para un escritor de un pais arruinado (porque Irlanda ha sido tirando a pobre hasta los años 90). Con estas premisas, Böll se llevo a la familia un verano del año 54 a pasar las vacaciones, y aun parece que posteriormente vivió allí por temporadas. El libro se publico en 1957.
Böll nos habla de la Irlanda propia de esas fotos tan interesantes de hace mucho tiempo, la Irlanda en blanco y negro. Es un libro de viajes, y para un escritor, fabuloso. Su mirada sobre lo que ve es muy genuina: va a los sitios tan típicos del paisaje irlandés, pero no los trata como un tópico. Para este Premio Nobel del año 1972 es imposible. Ya lo había leído en Retrato de grupo con señora, un libro interesante. Aquí el estilo y la mirada lo es todo: él es un extranjero, un alemán de la reciente guerra, y no lo esconde. Y mira que las historias de irlandeses pueden ser divertidas. Pero además de eso, uno se queda con esa mirada casi nostálgica de lo que le hubiera gustado vivir con mas intensidad: gente curiosa, anécdotas divertidas, historias de familias que se repiten en un contexto de pobreza, como se las apaña la gente con un sueldo magro, unas costumbres rurales llenas de humor y una iglesia con la que hay lidiar por los pecados de cada dia. Y es cierto, es la sensación con la que uno abandona la isla después de haber dormido en ella, haber pasado por ese clima tan loco, bebido en sus acogedores pubs, hablado con una gente mas abierta que la inglesa... El Dublin de Böll no es el de ahora, la Irlanda de de Böll es difícil de reconocer, pero siempre nos quedara la actitud del autor que busca en el paisaje natural, y el paisaje humano, un consuelo y un descanso de cosas peores. Por ejemplo, uno de los temas mas recurrentes es el de la inmigración: lo trata con sentimentalismo a veces, pero no con desasosiego. Se nota que le han contado muchas historias de esas. Pero no le pilla de nuevas: de una historia genocida y cruel, de la miseria económica y la pena de la inmigración también se sale, y se saldrá.
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