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sábado, 12 de abril de 2025

VOLVER, de Toni Morrison

 VOLVER, de Toni Morrison

El universo violento de EEUU. No el de la guerra, aunque el protagonista es un negro recién licenciado de la guerra de Corea. Es la segregación racial. Se trata de lo que se hacen unos a otros en la calle, en los pueblos: tardamos en saber por qué Frank se escapa del hospital, que es como empieza la novela. Pronto se suceden más personajes: un reverendo que le ayuda pero le menosprecia, una pareja de blancos agredida a la salida de un bar y el error de la mujer por menospreciar el valor de su marido al querer ayudarle. Un chico inválido de un brazo por un disparo del sheriff. Gente que le ayuda con metiendole un par de dólares en el bolsillo...

Frank parece sufrir un síndrome postraumático a raíz de sus experiencias bélicas, y veremos que se narra a si mismo como un pequeño héroe, pero al final sabremos que no lo es. Vive con recuerdos de las escenas en el frente que se resuelven en ruidos abrasadores, colores chillones, situaciones extrañas con personas desconocidas. Todo muy sensorial. El comportamiento de Frank es difícil. Pero no todo es malo de pasar, también hay personas que le ayudan a llegar a Georgia, junto a su hermana Cee que le reclama porque se muere. Toda esta gente busca la amistad antes que la compasión, que es lo que en realidad obtienen en el mejor de los casos. Cuando recibe la llamada de su hermana Cee, parece que al menos tiene un objetivo en la vida que no es salvarse, sino llegar a tiempo y salvarla de un médico sádico. Parece que es lo único que lo va sacando del comportamiento traumatizado.

Entre las cosas que le van pasando, hay unos capítulos más cortos que relatan en primera persona los recuerdos mas intimos de Frank a alguien que los va recopilando. Porque Morrison ha elegido dos formas de narrar: esta directa de Frank, de capítulos muy cortos y directos, y otros capitulos mas largos narrados por el autor omnisciente donde tambien, con esa naturalidad y destreza para ir y volver temporalmente en la historia de los protagonistas, la autora capta las humillaciones, los deseos en la vida, o la falta de estos. Aquí entran esas ironías de jugar con el apellido de Frank Money mientras su novia deposita monedas en el lado de la cama que el ocupaba antes de abandonarla. O ese juego de mujeres: la niña Cee a la que siempre protegió, y la niña coreana a la que no es capaz de proteger de si mismo. 

Es un libro de 157 páginas, cuya acción corre rápida sin dejar de lado los matices necesarios. Por ejemplo, los capítulos dedicados a Lenora y Lily son cortos, precisos y ajustados al resto de la historia, como para que no nos queden preguntas acerca de que pasó con este o el otro personaje. No es la mejor novela que haya leído de Morrison, pero sigue siendo absorbente y admirable.

Entre los recuerdos directos de Frank y lo que cuenta la narradora de cada personaje de la familia de Frank, vamos conociendo que es lo que ha pasado con ellos: sus padres huyeron de Texas dejando sus posesiones atrás. En Georgia son recibidos por el abuelo Sam y su mujer Lenora que no los quiere. En realidad Frank y Cee están solos en un mundo violento e injusto, el que les tocó vivir en las profundidades de Georgia, en un pueblecito llamado Lotus. Ella continuaba allí mientras Frank se fue a la guerra de Corea. El pensaba que no sería tan malo como Lotus, pero se equivocó. Lo era de otra forma. 

Finalmente no todo acaba mal. Hay mucho dolor rumiado en los personajes, y sobresalen esas relaciones humanas por salvar la vida de un chico amenazado o una Cee enferma. Son las relaciones dentro de la comunidad las que los sacan adelante, las mismas que intenta reventar el capitalismo cuando se interponen en su camino.

jueves, 10 de abril de 2025

TIERRA DE TIGRES Y MARES DEL SUR, de Ole Strandberg

TIERRA DE TIGRES Y MARES DEL SUR, de Ole Strandberg


Pequeñas crónicas de viaje entre los hindúes en ámbitos del extremo oriente: el sur de Asia y las aisladas ínsulas de los Mares del Sur.

Estamos en los años 50 del siglo pasado. El autor viaja a los que se llaman ahora Tigres Asiáticos: la India, territorios que ahora son chinos pero que entonces eran Hong Kong o Macao fuera de su órbita, la propia China de Mao y Siam (hoy Tailandia). De la India conoce los lugares comunes que hicieron famoso el subcontinente, temas como la caza de tigres, la quema de cadáveres en un templo de Kali en Calcuta, el sistema de castas, los problemas con Pakistán, un breve encuentro con Nehru. Sigue con las peculiaridades de un viaje en tren y las anécdotas de varios maharajas, su modo de vida antes y después de la independencia del país.

Como buen reportero, es un culo inquieto. Aparece por Macao, todavía en manos portuguesas, con un memorable menú en un restaurante de esos que revuelven las tripas. De ahí, como quien da un paseo, acaba en un barco que trafica con armas. Uno de los contrabandistas le ayuda en su gran objetivo: colarse ilegalmente en la China de Mao Tse Tung con una carta de recomendación. No tengo ni idea cuánto ha adornado el relato, pero es entretenido por la singularidad de lo que vio y le pasó, como por el tono humorístico y desenfadado con que lo aborda.

El siguiente reto que se marca nuestro hombre es Siam. Aterriza en Bangkok, con un calor de mil demonios que invita a pisar muchos garitos donde beber, pero también a ser introducido en muchas experiencias típicas: fumar una pipa de opio, los temas gastronómicos, los dentistas, la policía.

De aquí saltamos a la otra mas oceánica del libro. Visita Hawai, una cueva donde están enterrados antiguos reyes, la obra del padre Damián de Veuster con los leprosos. Luego pasa a Bora Bora de las que circulan tantas fotos idílicas en internet actualmente, pero que no le pareció tanto sobre el terreno. No deja pasar cualquier ocasión para evitar los tópicos de afamados destinos turísticos para ver lo sórdido o menos bonito que hay detrás, incluso en Tahiti. 

No deja de ser un simpático guiri, ademas de piel blanca sueca, pero con unos cuantos comentarios rozando lo insultante contra ciertos nativos. Se va a Motu Tapu, o Isla Prohibida, un islote junto a Bora Bora con la sana intención de saber qué se siente haciendo el Robinson Crusoe. Literal. Hoy es una isla privada, un pequeño terreno lleno de palmeras casi a ras del agua oceánica desde la que se ve la isla principal como para saber que no estas tan solo. No hay más que buscar en google. Pero creo que cuando Strandberg escribió esto en 1957 (edición española) no tenia ni idea de este invento. Acaba con sarampión en una isla desierta que se rodea en 18 minutos. Menos mal que este hombres se rie hasta de si mismo.

Finalmente embarca en el velero California con 4 estadounidenses y un perro hacia otras islas: en Raiatea (islas de la Sociedad) participan de una ceremonia pagana sobre el fuego. De ahí salta a la isla de Matuko (Fiyi), donde lo dejan solo por un par de semanas en la que fue el tipo de isla que tanto perseguía, más o menos auténtica cultura melanesia. Alejada de influencias foráneas, con gente genuinamente sociable y un jefe inteligente que conoció el mundo exterior. Allí, el autor nos habla de las curiosidades gastronómicas del canibalismo.

Todo lo que tiene el libro de las anécdotas de un turista buscando nuevas sensaciones en un territorio poco violado por la globalización, lo arregla en el último capítulo contándonos la historia de un tal Charles Savage, cuyo barco encalló en la isla Bau (tambien en Fiyi) en 1808. En realidad era un compatriota suyo llamado Kalle Svensson, que dominó una parte de la isla, atrajo a un montón de gente sin escrúpulos rondando los Mares del Sur y acabó en el estómago de los nativos de una forma cruel pero merecida.

En conjunto, son un anecdotario que me ha resultado ligero, entretenido, a veces sorprendente, sin importar que los nombres de los lugares  no coincidan con los actuales, que pertenezcan a otro régimen político o que algunas costumbres que fue a buscar nuestro viajero sueco ya apenas existan, Es un pedazo de historia a pie de calle con gente que tal vez no hay cambiado tanto.

miércoles, 9 de abril de 2025

MEMORIAS, de Willy Brandt

 MEMORIAS, de Willy Brandt

¿Seríamos capaces de leer la autobiografía de uno de los primeros ministros occidentales actuales? Poco me atrae la talla intelectual de ninguno de ellos, pero en algún caso lo leería con lupa para conocer sus justificaciones a algunas cuestiones poco justificables. Algo así me pasó con Brandt. Pero con una diferencia: él fue un hombre polémico pero creíble. Ahora parece que nos invade solo la polémica. 

Hay primeros ministros, como el de la antigua RFA, que las han pasado de todos los colores porque su vida ha sido transversal a la del siglo XX europeo. Un hombre nacido en 1913, Willy Brandt, en el seno de una familia obrera, que fue al colegio un año después de acabar la I Guerra Mundial, que se hizo líder de los socialdemócratas alemanes muy pronto, que se jugó el tipo con la Alemania nazi incluso estando exiliado, que aprendió mucho de la sociedad noruega cuando nadie lo hacia, que volvió para reconstruir su país desde cero y trabajo por la paz en medio de la Guerra Fría, creando las bases de una reunificación alemana que parecía imposible, lo mismo que una distensión entre USA-URSS, entenderse con los franceses, resistir el acoso y el chantaje soviético incluido el Muro siendo alcalde de Berlín... Un hombre así tiene algo que decir, nos guste o no. Fue uno de los actores del milagro económico alemán. Y, sinceramente, no hay tantos políticos que puedan presumir de algo. Lo cual cuestiona no la política en si misma, sino a los ciudadanos que lo esperan todo de ella ingenuamente y a aquellos que eligen a gente fuera de la política tradicional, como Trump, porque uno no sabe dónde se mete votando a estos nuevos aventureros hasta que sabe lo que le cuesta en el bolsillo y en salud. Se suele decir que gracias a los rusos no hablamos alemán (algo bastante objetable, pero no viene al caso); pero gracias a Brandt (y a otros como él) tampoco hablamos ruso y no por suerte sino con mucho trabajo de diálogo y de posiciones básicas firmes, aunque sí es una suerte para los que venimos después. Es, además, uno de los primeros ejemplos en favor del desarme y en favor de políticas sociales dentro y fuera de Alemania (más de actualidad no se puede estar, aunque las circunstancias actuales sean diferentes). Cierto que es una autobiografía con el defecto de la subjetividad para valorar muchas controversias: su clara intención con estas memorias es la de quedar bien ante la historia, y no me parece mal siempre que se sepan los puntos flacos y criticables (se puede empezar por la Wikipedia), y no se olvide lo que hubo de bueno. Después de haber leído la biografía tan documentada de Trump, necesitaba un ejemplo más alentador como el de Brandt. Así están las comparaciones hoy dia. En absoluto dice que no se equivocara, muy al contrario señala numerosos momentos en los que lo hace, y no lo justifica siempre. Pero lo que merece la pena son las lecciones aprendidas, las experiencias intensas vividas, y un tipo de enseñanzas para la posteridad, sea cual sea la ideología del lector, que convendría no olvidar nunca, aunque nos parezca erróneamente que esto ya no importa o que sean otros quienes deberían tomar nota

Un primer y largo capítulo viene a decirnos, a los lectores de 1989 y a los del 2025, quien es este hombre: el alcalde de Berlín al que le tocó lidiar con la construcción del Muro, con los rusos, con la RDA (Ulbricht), con los políticos de la capital de su país (Adenauer) y con los norteamericanos (Kennedy). Es un político de raza. Una de las cosas que mas me sorprendio es leer que Kennedy le insto a invertir más en defensa para prepararse contra cualquier ataque de la URSS sin depender tanto de EEUU. Eso en 2025 resuena como la bomba que nos ha caído, pero porque ya no hay políticos como Brandt o Kennedy.

Brandt continua con lo que es una biografía: también a él le negaron una partida de nacimiento honrosa (me recordó a Obama un poco), pero está claro que este hombre creció dentro de una familia humilde de Lübeck muy interesada en la política y los movimientos obreros.  Su nombre no era el que todos conocemos, sino otro más largo. Cuando se renaturalizo alemán tras la II Guerra Mundial se quedó con el que venía utilizando en tareas clandestinas. Empezó trabajando en una naviera. De sus primeros años a la debacle de 1933 hay un suspiro, y entramos de lleno en una imagen del socialismo de base que se intenta enfrentar al advenimiento del nazismo. Brandt se encontró con el miedo, se mire como se mire, de sus correligionarios, y huyó a Dinamarca y luego a Noruega, su segunda patria. Con todo, él también fue además de un refugiado político, un hombre con el permiso de residencia caducado al que el partido Obrero noruego defendió para que no lo expulsaran (otra vez un tema actual).

Hay autocrítica, lo que me ha sorprendido, en esos años de exilio y trabajo por salvar la vida de los opositores dentro de Alemania. Aprender la vía noruega del socialismo fue determinante. Años en los que perder el engreimiento y el sectarismo, aún más el nacionalismo. Se cuentan muchos entresijos que nos dan otra perspectiva de lo que pasaba dentro y fuera de su país como pocos libros actuales nos saben transmitir. Es la diferencia entre las memorias de un contemporáneo que lo sufrió y lo vio, y los ensayos de académicos que ya están en otra onda. Un ejemplo: lo que costó conceder el premio nobel de la paz a Carl von Ossietzky para prolongar más su vida en manos de la Gestapo. Otro ejemplo, un tal Sverre, del que habla con total admiración por su forma de engañar a las autoridades nazis.

Después de contar lo mal que lo pasa la oposición en Alemania, se fue a España con la idea de ver y seguir aprendiendo: los comunistas haciendo limpieza ideológica en la República, la experiencia en Huesca cuando cayó Orwell herido, el trato con comunistas que después encontraría en la II Guerra Mundial y en la RDA siendo siempre unos sinverguenzas, Andrés Nin y el POUM. Con su vida también en peligro, regresó a Oslo. Abrazó el socialismo noruego, reformista y no vinculado al marxismo. Perdió, como escribió, los últimos atisbos de sectarismo. Expatriado en 1939, adquirió nacionalidad noruega a donde volvió. Con la invasión nazi de 1940, huyó a Suecia. Ya llevaba dos exilios. Y defendió la neutralidad sueca, y sus difíciles equilibrios, que salvaron tantas vidas.

Allí se reafirma en un socialismo democrático, no dogmático, no nacionalista, popular y liberal. Cuando llegó el momento de pensar en lo que iba a pasar con los alemanes después de la contienda, es evidente que incluso a él le echaban las culpas solo por ser alemán. No estaba en buena posición para defender a los alemanes buenos. Pero, como todo en este libro, los argumentos de cada problema político están muy bien desbrozados y limpiamente explicados. De manera que hace comprensibles cuestiones complejas como la desnazificación, la responsabilidad del gobierno nazi y de la gente de la calle que sabía todo lo que pasaba, etc. Fue tentado por Stauffenberg para unirse, tras atentar contra Hitler, a un gobierno para el armisticio. Periodista en los juicios de Nuremberg... todo lo que ha vivido este hombre da para distintos libros, con sus pensamientos y juicios de valor que aquí deja muy resumidos.

Un golpe de suerte lo sacó del ostracismo, renunció a la nacionalidad noruega (mucho más cómoda y con futuro que la renovada nacionalidad alemana que adquirió en 1948) y volvió a entrar en la política a los 34 años. A esa edad había vivido lo que otros no podrían ni en cien años. 

Desde entonces el tema de la reunificación alemana va y viene en las conversaciones internacionales. En Brandt es una obsesión comprensible con algunas conclusiones sacadas de los bloqueos a Berlín por parte soviética bastante interesantes. Solo la deseaban los alemanes, pero era incompatible con el rearme a un lado y otro de la frontera: la pertenencia la OTAN, al Pacto de Varsovia u otras alianzas. De hecho, el trozo de Alemania al este del Oder pasó a formar parte de Polonia hasta ahora. Por suerte esto no es un problema a dia de hoy. La RFA, decía, se convirtió en un gigante económico y un enano político, (¿nos suena?). Lo mismo resuena hoy día lo que escribió en la pag. 181: los americanos se quejan de que los alemanes se sirvan de las armas nucleares de ellos para vivir cómodamente ("para afirmar sus anticuadas posiciones"). Año 1954 aproximadamente. Además, toda la generosidad de RFA en aquellos años con el Tercer Mundo pasaba porque no reconocieran a la RDA como estado alemán, solo la RFA. Es otra de las cuentas pendientes que le pasa a Adenauer. El era de los que daban exclusivamente a la RFA la herencia, el presente y el futuro de Alemania. A esos manejos dedica gran parte del libro, ya sean sus años en la alcaldía de Berlín, como ministro de Asuntos Exteriores o Primer Ministro. En general, siempre busca dos cosas: el desarme conjunto de Europa, empezando por el centro, y la defensa de la integridad territorial de los pueblos. Las fronteras son sagradas, y la reunificación de Alemania pasa por esas dos premisas. Por eso busca la distensión con el Este europeo (Ostpolitik) sin romper con el oeste o con EEUU, más bien buscando su apoyo y comprensión dentro de una estrategia militar exclusivamente defensiva para Alemania. De ahí sale tanto diálogo con Nixon, Kissinger, Kennedy, Johnson, Breznev, etc. Dedica páginas al tratado de Moscú de 1970 entre RFA y URSS, señal de nueva amistad y  cooperación. Muchos intentaron en Bonn y París saborearlo, pero sus colegas occidentales no.  Su visión europeísta es total y le debemos mucho todos nosotros. La semblanza y las experiencias con Breznev son entre penosas e hilarantes, ahora entiendo la mofa con que se le trata actualmente. Pero no era tonto. Los peores enemigos, como suele suceder, los internos. El apartado dedicado a De Gaulle es sensacional: un personaje clarividente para unas cosas como el poco compromiso de EEUU con Europa como de su empecinamiento en la unión europea a través de marcados nacionalismos.

Más temas importantes y poco conocidos: los desplazados polacos a partir de 1945, la humillación en que vivían ellos y los checoslovacos frente a la invasión nazi pasada y el trato soviético posterior. Neonazis abucheado a los representantes de la RDA en la RFA, ciudadanos de la RDA saludando s Brandt y exponiéndose a la Stasi por hacerlo. Finalmente se abrió a todos los países posibles con vínculos diplomáticos, rompiendo el bloqueo a la RDA. Fue Premio nobel de la paz en 1971.

Sus recuerdos son un continuo ataque y defensa de su gobierno: el terrorismo, el trabajo por no perder ni un voto de la coalición con los liberales, los radicales del 68, la compra de votos por la oposición (y por el gobierno), regatear las fugas de información confidencial a la prensa, sacar adelante los tratados con Polonia, URSS y RDA, la visión personal de algunos políticos y algunas leyes polémicas, Analiza los problemas de su gabinete y sus propios errores. En conjunto, nada que no pase en nuestros días. Sin embargo la puntilla final a su gobierno no vino del interior exactamente: la RDA le coló un espía en la persona de uno de sus asistentes. Aquí aparece la sombra de Markus Wolf, del que ya leí sus memorias. Brandt se presenta como un cándido presidente del ejecutivo sin tiempo para los avisos que recibe, ni para entender que sus propios funcionarios se la están jugando. Es una etapa final con la que no supo lidiar: le pilló el toro en la persona de un tal Guillaume, agente de la Stasi. No es el mejor momento de sus memorias.

El resto de sus memorias son ya recuerdos de muchos viajes para hablar con gente importante, como si fuera un enviado de su sucesor Helmut Schmitz, oficioso, tirando de agenda y amigos. Felipe González, Carter, Honecker... Halagos al Rey y a González en 1989. Hoy suenan fuera de lugar pero, ¿quien decía lo contrario en 1989? Hay varias preocupaciones: mantener a su partido, el socialista SPD, unido, entender las nuevas tendencias de los jóvenes y su aparente radicalismo que llevó a formar partidos políticos como Los Verdes, el proceloso tema de los misiles SS20 soviéticos y los Pershing de EEUU en el centro de Europa y las negociaciones para retirarlos. Es decir, Brandt es uno de los protagonistas de la Guerra Fría de principio a fin. Tambien los 80 fueron para él un intento de acercar a los países ricos y lo pobres, crear lazos de intereses mutuos que mejorara la vida del Tercer Mundo. En 1987 abandonó la presidencia del SPD y se tomo las cosas con calma a partir de entonces, aunque con la sensación de llevar un montón de dagas clavadas en la espalda por sus propios correligionarios. Las últimas páginas se dedican al proceso que llevó a la caída del Muro de Berlín. Murió tres años después, con casi 79 años.

Algunas ideas de las que se encontró Brandt a lo largo de los años y que cualquier día encontramos en un periódico cualquiera de 2025:

1.- EEUU deja de lado a Europa y se centra en la otra costa del pacífico asiático: China

2.- Los europeos nos aprovechamos de los norteamericanos, vivimos tan bien porque no pagamos por nuestra defensa.

3.- Los europeos deben invertir más en defensa, ser autónomos, le dijo ya Kennedy.

4.- Los intentos de enfrentamiento y absorción de Berlín occidental por parte de la URSS se parecen a la invasión rusa de Crimea en 2014, con la única diferencia de que el mundo occidental aprobó que Berlín se enfrentara desde el primer momento a los intentos de dejar a la capital alemana aislada, y en el territorio ucraniano el mundo miró para otro lado.

5.- ¿Seguridad o libertad? Brandt lo tuvo siempre claro: libertad. Y antes que todo eso, no pasar hambre y contar con lo mínimo para poder tener libertad.

6.- Miedo norteamericano a que la UE le haga competencia económica y política.

¿Cosas que no cuenta Brandt de su vida? Numerosas infidelidades matrimoniales, posiblemente alcoholismo y depresión. El agotamiento personal poco antes de dimitir. La crisis del Petróleo afectó mucho a su gobierno, aunque el presuma de poder con todo esto. Y que durante el voto de censura que ganó, y que él no sabe a qué achacar concretamente más allá de la compra de votos en ambos sentidos, dos votos de la CDU y la CSU fueron comprados por la Stasi para mantener a Brandt en el poder. Es curioso como el poderoso Markus Wolf ponía y quitaba un presidente de la RFA, aunque lo de quitarlo no era lo que deseaba, sino un descontrol de lo que la Stasi manejaba. Otra critica a Brandt es la de haber convertido la Internacional Socialista en un órgano alemán principalmente. El autor se defiende de todo esto exhibiendo sus logros. Si se hace una pequeña búsqueda en internet acerca de su vida, veremos que las muchas páginas dedicadas a ciertos temas responden a las controversias creadas en torno a su actuación política. Como cabía esperar, sus memorias funcionan tanto para remachar sus logros e intenciones, como para fijar la visión de  situaciones difíciles para él desde su perspectiva.

A día de hoy, cuando tantos ensayos y novelas se publican de aquella época, estos recuerdos se leen bien y además son auténticos, como cuando su partido lo envía desde el exilio a Berlín en 1936 y dice: "no tenía nada de aventura, había demasiado en juego". Hoy estas cosas se escriben como parte de la cultura del espectáculo.