Ver Viajes del Mundo en un mapa más grande

jueves, 10 de abril de 2025

TIERRA DE TIGRES Y MARES DEL SUR, de Ole Strandberg

TIERRA DE TIGRES Y MARES DEL SUR, de Ole Strandberg


Pequeñas crónicas de viaje entre los hindúes en ámbitos del extremo oriente: el sur de Asia y las aisladas ínsulas de los Mares del Sur.

Estamos en los años 50 del siglo pasado. El autor viaja a los que se llaman ahora Tigres Asiáticos: la India, territorios que ahora son chinos pero que entonces eran Hong Kong o Macao fuera de su órbita, la propia China de Mao y Siam (hoy Tailandia). De la India conoce los lugares comunes que hicieron famoso el subcontinente, temas como la caza de tigres, la quema de cadáveres en un templo de Kali en Calcuta, el sistema de castas, los problemas con Pakistán, un breve encuentro con Nehru. Sigue con las peculiaridades de un viaje en tren y las anécdotas de varios maharajas, su modo de vida antes y después de la independencia del país.

Como buen reportero, es un culo inquieto. Aparece por Macao, todavía en manos portuguesas, con un memorable menú en un restaurante de esos que revuelven las tripas. De ahí, como quien da un paseo, acaba en un barco que trafica con armas. Uno de los contrabandistas le ayuda en su gran objetivo: colarse ilegalmente en la China de Mao Tse Tung con una carta de recomendación. No tengo ni idea cuánto ha adornado el relato, pero es entretenido por la singularidad de lo que vio y le pasó, como por el tono humorístico y desenfadado con que lo aborda.

El siguiente reto que se marca nuestro hombre es Siam. Aterriza en Bangkok, con un calor de mil demonios que invita a pisar muchos garitos donde beber, pero también a ser introducido en muchas experiencias típicas: fumar una pipa de opio, los temas gastronómicos, los dentistas, la policía.

De aquí saltamos a la otra mas oceánica del libro. Visita Hawai, una cueva donde están enterrados antiguos reyes, la obra del padre Damián de Veuster con los leprosos. Luego pasa a Bora Bora de las que circulan tantas fotos idílicas en internet actualmente, pero que no le pareció tanto sobre el terreno. No deja pasar cualquier ocasión para evitar los tópicos de afamados destinos turísticos para ver lo sórdido o menos bonito que hay detrás, incluso en Tahiti. 

No deja de ser un simpático guiri, ademas de piel blanca sueca, pero con unos cuantos comentarios rozando lo insultante contra ciertos nativos. Se va a Motu Tapu, o Isla Prohibida, un islote junto a Bora Bora con la sana intención de saber qué se siente haciendo el Robinson Crusoe. Literal. Hoy es una isla privada, un pequeño terreno lleno de palmeras casi a ras del agua oceánica desde la que se ve la isla principal como para saber que no estas tan solo. No hay más que buscar en google. Pero creo que cuando Strandberg escribió esto en 1957 (edición española) no tenia ni idea de este invento. Acaba con sarampión en una isla desierta que se rodea en 18 minutos. Menos mal que este hombres se rie hasta de si mismo.

Finalmente embarca en el velero California con 4 estadounidenses y un perro hacia otras islas: en Raiatea (islas de la Sociedad) participan de una ceremonia pagana sobre el fuego. De ahí salta a la isla de Matuko (Fiyi), donde lo dejan solo por un par de semanas en la que fue el tipo de isla que tanto perseguía, más o menos auténtica cultura melanesia. Alejada de influencias foráneas, con gente genuinamente sociable y un jefe inteligente que conoció el mundo exterior. Allí, el autor nos habla de las curiosidades gastronómicas del canibalismo.

Todo lo que tiene el libro de las anécdotas de un turista buscando nuevas sensaciones en un territorio poco violado por la globalización, lo arregla en el último capítulo contándonos la historia de un tal Charles Savage, cuyo barco encalló en la isla Bau (tambien en Fiyi) en 1808. En realidad era un compatriota suyo llamado Kalle Svensson, que dominó una parte de la isla, atrajo a un montón de gente sin escrúpulos rondando los Mares del Sur y acabó en el estómago de los nativos de una forma cruel pero merecida.

En conjunto, son un anecdotario que me ha resultado ligero, entretenido, a veces sorprendente, sin importar que los nombres de los lugares  no coincidan con los actuales, que pertenezcan a otro régimen político o que algunas costumbres que fue a buscar nuestro viajero sueco ya apenas existan, Es un pedazo de historia a pie de calle con gente que tal vez no hay cambiado tanto.

No hay comentarios: