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lunes, 6 de enero de 2014

HISTORIAS DE ESCALADA, de Jim Bridwell

    Una vez escuche a un padre referirse a la actividad preferida de su hijo escalador como "hacer el indio". Con el paso de los años, aparecen en los periódicos noticias inquietantes de que los gobiernos de distinto signo y lugar quieren limitar la escalada en las paredes donde se escalada desde hace décadas, o que quieren privatizar el uso del monte publico en favor de escopeteros que supondría prohibición del paso de cualquier otra persona para que ellos sigan disparando y bebiendo (o de eso han presumido siempre). Parece que los gobernantes de hoy tienen el mismo conocimiento de la escalada y de la conservación de la naturaleza que aquel padre de hace décadas, de igual manera que deben conocer bien a estos escopeteros no solo de sus cotos de caza sino de esos otros cotos de caza en los que se ha convertido el mundo político y empresarial, territorios todavía más privatizados.

    Cuando uno lee HISTORIAS DE ESCALADA, se tiene la amplia sensación de retroceder a una época en que los tentáculos de los políticos ignorantes tenían mesura. La libertad que se podría esperar de una actividad en la montaña esta allí ampliamente escenificada, pero no por ello Jim Bridwell dejó de pelearla (esta su capitulo ajustando cuenta con el funcionario de aduanas de estrechas miras). También deja hablar a otras personas haciendo honor a lo más autentico de cualquier literatura oral, esa que cuenta ante un improvisado auditorio el tipo de aventuras que siempre se han recordado por lo emocionante y bien contada. Porque si algo caracteriza cada capitulo de este libro, es decir, cada ascensión, es no solo su compromiso con la escalada de turno, sino con un modo de vida que reordena en torno a esta pasión los demás aspectos de la vida. Por eso HISTORIAS DE ESCALADA es bastante más que un libro de escalada.

    El libro empieza con lo que podría ser un ejemplo su forma de escalar: la ascensión del MooseUs Tooth, en Alaska: "Su cara este tenía un aspecto horroroso pero no podíamos abusar más de la paciencia de Doug (el piloto que los lleva en la Cessna). No había más remedio: eran nuestras cartas y tendríamos que jugarlas". De esta manera, la aventura no decae ni un ápice hasta la ultima página. "Me detuve y contemplé una laja solitaria, colgado en la cuerda y sintiendo una dulce y melancólica sinfonía de emociones y sentimientos que discurría por mi espíritu". Jim simboliza la era más hippy de la escalada.
Jim Bridwell en El Capitan, año 1997

Aquarium Wall
   El libro posee tres puntos fuertes que harán las delicias de los lectores: el gusto por las escaladas que contravienen las leyes pero no la naturaleza, los comentarios sobre algunas de las personas que conoce en este mundillo de la escalada (como la inolvidable Silvia, una bella argentina compañera de cordada en el Eiger) o esos capítulos en los que la aventura de escalar empieza nada más montarse en el coche (si es el de papa, mucho mejor). Relatos como la aventura de la ascensión de Totem Pole cuentan con pocos párrafos dedicados a la escalada, pero es que la historia de cómo se lo montaron para llegar allí no tienen precio... o la forma en que consiguieron tener luz eléctrica en el campamento de Yosemite. A veces no todo sale bien, también les roban una fortuna en material de escalada. Se disfruta leyendo esas eléctricas ascensiones, primeras vías en el Half Dome o El Capitán, aparentemente fáciles de contar pero muy trabajadas y especialmente motivadas. Hay vías de escalada a las que no renunciaba pese a tener que darse la vuelta en múltiples ocasiones, sería suya si o sí esa primera ascensión, como Aquarium Wall en El Capitán (solo lamenta haber perforado algunas de las paredes que ha subido o clavado demasiados pitones en según qué sitios). Como siempre, a la expectativa de ver progresar el extremo caliente de la cuerda por placas lisas, lajas sospechosas, techos inhumanos, paredes desplomadas, piedras que se precipitan canal abajo por la vía de ascenso, chorros de agua de deshielo que te bañan a 1ºC,... Todo ello aderezado con novias, Jimmy Hendrix, cervezas, etc.
En la cima del Cerro Torre



    Pendular en la cuerda, empotrar puños, jumear el petate al grito de "¡Venga, tios, hay que bajar antes de que cierren el bar!". Jim pierde un estribo, John lo atrapa al vuelo unos metros más abajoSon dos, tres o cuatro tíos enganchados a la adrenalina que se han subido al barco que no van a dejar zozobrar durante el tiempo que dure lograr el objetivo máximo: la cima. Esas cimas son Cerro Torre ("Vale por un par de años en Disneylandia", "el viento es el cazador del Cerro Torre, y el escalador una presa muy pequeña"), el Cerro Standhatr escalado en libre y por primera vez, el Cerro Desmochado (tambien en Patagonia), el Shiprock... Entrena a los SEAL's del ejercito USA, filma documentales, escribe libros, etc

En la via Ocean Pacific Wall
    Otra de las plusvalías de esta lectura es que no hay técnica que valga sin una proporción de arrojo que la acompañe en la pared junto a una dosis de obstinación (esa querida virtud a la que dedicó un libro Herman Hesse; la obstinación es necesaria).

    "Abajo, Glen estaba en apuro. La cuerda por la que ascendía a jumars se había enganchado por detrás de un bloque y él estaba inmovilizado, confuso y cada vez más angustiado. Jay descendió para ayudarle y yo... yo me limité a disfrutar del bello día, ventoso pero soleado. Contemplé los glaciares que serpenteaban y se hundían; las espectaculares Torres erguidas hacia el cielo. Más allá se extendía el misterioso hielo continental. Esto era mejor que... vamos, quizás tan bueno como escuchar a Bo Diddly"

    HISTORIAS DE ESCALADA es una experiencia lectora que se acaba demasiado pronto. Uno querría conocer a este genial escalador en persona, conocido como el Pájaro, nacido en 1944 y con más de 100 primeras ascensiones en Yosemite. Innovador, rescatador de otros escaladores en Yosemite, el primero en marcarse la Nose en un día. Vive en Palm Desert, y dicen que se le ve con frecuencia en el Parque Nacional Joshua Tree. Aunque el libro no lo cuenta, este hombre audaz y directo ha hecho otras actividades como travesías por Borneo, la vuelta al Everest, exploraciones del Ártico y de territorios chinos. Todo un personaje que ahora desahució el banco y echó de casa; la revista Desnivel dio un numero de cuenta para ayudarle: ¿les suena este problema? ¿Saben a qué me refería al principio?

HISTORIAS DE ESCALADA, de Jim Bridwell, de 156 páginas. La primera edición es de 1993, y reimpreso en 2001, en Ediciones Desnivel

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