De la autobiografia de Juan Jacobo Casanova de Seingalt, conocido habitualmente como Casanova, y titulado MEMORIAS:
"Todo era bello en Viena; había mucho lujo, lo que demostraba abundancia de dinero, pero desgraciadamente la Emperatriz era beata, esto hacía que obstaculizase mucho los placeres de Citerea, sobre todo para los extranjeros. Los comisarios de la castidad, viles espías, eran despiadados verdugos para todas las muchachas. Esta reina, que desconocía la sublime virtud de la tolerancia para todo lo que se suele llamar amor clandestino, era devota hasta la santurroneria, y creía ganar el cielo persiguiendo al por menor la inclinación más natural de los sexos. Había tomado por su cuenta el registro de los pecados capitales y hacia la vista gorda sobre seis, descargando toda su furia sobre la lujuria, que la parecía imperdonable"
En la imagen, el Palacio de Schönbrunn
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