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domingo, 13 de abril de 2014

Del relato de Vasili Grossman, EN KISLOVODSK:

-Lena, ¿qué hacemos aquí rodeados de los alemanes?
-La situación no es fácil, estoy de acuerdo. Pero quien quiera que venga, alemanes, italianos o rumanos, nuestra salvación pasa por seguir siendo lo que somos: gente pacifica que no quiere mal a nadie. Saldremos adelante...- razonó ella con semblante serio.
-Sí, pero los alemanes ya están aquí, me da horror pensar que nos hemos quedado solo para vigilar nuestros trastos...
(...)
-¿Por qué dices trastos? ¡Nos han costado años de esfuerzos! ¡Mira la porcelana, las copas de cristal que parecen tulipanes, las conchas marinas de color rosa, la alfombra! ¿No decías que estaba bordada con los colores de abril, que respiraba primavera? ¡Somos lo que somos! No cambiaremos ahora... ¿Qué nos queda si dejamos de amar lo que hemos amado toda la vida?- objetó irritada, y golpeó varias veces en la mesa con su mano fina y de piel muy blanca, mientras decía con expresión terca al compás de los golpes-: Sí y otra vez sí, es lo que somos, no hay nada que hacer.
-Muy inteligente-le dio la razón Nikolai Viktorovich. Pocas veces hablaban de su vida en serio, y las palabras de su mujer le tranquilizaron.


Museo Cerralbo, Comedor de Gala

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