Del relato de Vasili Grossman, FOSFORO:
"Mientras tanto, los años de estudio habían tocado a su fin y, junto con ellos, habían pasado a la historia los laboratorios universitarios, los paseos nocturnos, las discusiones, las reuniones de los sábados rebosantes de alegría y erudición, las luces de Moscú y esa levedad radiante y embriagadora que de vez en cuando, una mañana sombría de otoño o una fría noche de enero, se apoderaba repentinamente de uno y le hace sentir una felicidad suprema, que no tiene nombre, causa o razón."
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