TIERRA DE TEMPESTADES, de Eric Shipton
"El principal propósito de mi segunda visita a la Patagonia en el verano austral de 1959-60 fue localizar e investigar el misterioso volcán. Existían pocas dudas de que debía existir, y había algo de lo más intrigante en la idea de este respiradero solitario oculto en alguna parte en la gran extensión de hielo, puesto que un volcán activo, por lo general, no es un fenómeno discreto, fácilmente oculto. El problema de encontrarlo ejercía una fuerte atracción".
Este es un libro de exploración del siglo XX, que uno lee en una época en la que parece no haber un metro cuadrado de suelo que no haya sido pisado, visto o al menos fotografiado. Y se lee con asombro. Shipton (1907-1977) cuenta en su libro dedicado a la punta sur del cono americano que, con el paso de los años, no quería dejar pasar más tiempo en su vida sin sacarse la espina de patear esta región del mundo. Rondaba los 50 años. Para ello se busca un objetivo que le guíe y le financie, como es la búsqueda de un volcán en el Campo de Hielo Norte de la Patagonia. Supone que es el Viedma, pero al final es el Lautaro. La narración de sus travesías son una experiencia que el lector ávido de aventuras diferentes y lugares inexplorados, en una tierra que sigue siendo dificil de atravesar, agradecerá sin duda.
"A veces hablábamos de viajes y de exploraciones, y descubrí que él tampoco estaba interesado en el montañismo por si mismo, salvo como medio para llegar a lugares del mundo extraños y poco conocidos. No resultó dificil entusiasmarlos con el tema de la Patagonia; su ánimo avivó el mío, y acordamos ir allí juntos el año siguiente."
Porque si algo caracteriza a Shipton en este libro es su ansia de conocer qué habrá donde nadie lo ha contado, no tanto sus escaladas. Atraviesa glaciares, espesos bosques, fiordos, se enfrenta a problemas logísticos en unas latitudes donde pocos que no sea el Ejercito se atreverían a encarar. Escala montañas invictas hasta entonces, explora valles sin cartografiar. Y encuentra a gentes que viven en esas zonas, gente de la frontera a la que admira:
"El Sr. y la Sra Masters tenían ambos ochenta y dos años. Provenían de Southamton,donde él había sido el marinero del yate de un noble; sin embargo había decidido que aquella no era vida para un hombre casado, de modo que, en 1900, a los 24 años, habían emigrado a la Patagonia, donde el había trabajado en diversas estancias para aprender acerca de la cría de ovejas. En aquellos días era una tierra salvaje y desolada; prácticamente no había caminos, los únicos medios de transporte eran los caballos y los carros tirados por bueyes y el viaje desde la costa hasta el lago Argentino tomaba varias semanas. Es dificil imaginar el impacto de estas condiciones en una muchacha criada en un típico hogar victoriano, que nunca había salido de Inglaterra"
Las primeras expediciones parten de Argentina, las siguientes penetran por territorio chileno, para ver por lugares como el lago Argentino, el glaciar O'Higgins o cerca del Fitzroy. Un plato fuerte del libro es la travesía del Campo de Hielo Norte:
"El viento azotaba la nieve de la superficie del glaciar y la lanzaba como una densa nube de spray. Puesto que la temperatura estaba muy por encima del punto de congelación, la nieve se había derretido para cuando nos alcanzó y, en unos momentos, quedamos completamente empapados, como si hubiéramos sido sometidos deliberadamente a la manguera de un bombero"
"Primero subimos hasta la cabecera del glaciar Mayo para examinar una peculiar morrena que habíamos visto allí, que descubrimos que había sido formada por un colosal alud de uno de los picos vecinos. Luego encontramos un paso fácil hasta la cabecera del glaciar Ameghino y subimos hasta la cima de un pico rocoso sobre él, donde pasamos tres horas sentados bajo el cálido sol observando un magnifico panorama de montañas sin nombre"
"Una violenta ráfaga que sopló desde una dirección inesperada arrancó su tienda de las estacas, cortó la mayoría de las cuerdas tensoras y rompió uno de los mástiles. Una vez más, se vieron forzados a aceptar nuestra magra hospitalidad durante dos noches hasta que el daño pudiera repararse. Tanto Peter como Jack eran hombres muy corpulentos y estaban tan constreñidos que era casi imposible moverse. Eso significaba una pequeña ventaja para mantenerse calientes, porque para entonces, todo estaba mojado; sin embargo, no era fácil dormir, y pasamos la mayor parte de esas noches cantando y hablando. Peter tenia una buena voz y un exquisito repertorio de canciones y, como el grupo estaba compuesto de un católico romano, un protestante, un materialista y un agnóstico, teniamos un gran campo para discusiones religiosas".
"...cuando el fracaso actúa como estímulo para emprender algo nuevo, no puede contarse como una perdida total"
Shipton ya venia a la Patagonia con bastante experiencia en expediciones asiaticas, expediciones donde calculaba las necesidades al milímetro para no cargar más que lo necesario estrictamente. Y con el escrutinio de los compañeros que elige, ocurre otro tanto, así que son bastantes los comentarios dedicados al respecto:
"Una relación normal con un hombre, por cercana que sea, es una guía muy mala para saber si podrá se un compañero apropiado o incluso tolerable en una expedición. Las faltas que pueden parecer totalmente triviales muchas veces se vuelven molestias persistentes en la intimidad forzosa de una expedición..."
Durante esta travesía, descubrirán la verdadera posición del volcán Lautaro:
"A veces podíamos ver las pronunciadas pendientes nevadas y los glaciares colgantes que flanqueaban el cordón este; el viento formaba nubes de nieve que se desplazaban a toda velocidad en una serie de grandes espirales, que nos brindaban un espectaculo impresionante. Nunca vimos la parte superior de la montaña, pero un fuerte olor a azufre, que de tanto en tanto llegaba hasta nosotros, indicaba que el volcán estaba levemente activo". Se refiere al Lautaro.
"En la cresta de la depresión había otro de esos maravillosos abismos de unos 30 m de profundidad, formado por la acción del viento sobre el solido hielo glaciar, que ya habia visto en distintos puntos del perímetro del volcán."
"...nuestro entorno inmediato era el que imprimía magia a la escena, ya que todo a nuestro alrededor era una exótica colección de estatuas de hielo, enormes hongos y gárgolas que sobresalen, que el viento había esculpido en escarcha, cada objeto compuesto por un delicado patrón de flores de cristal. Del otro lado de una profunda brecha hacia el sur se encontraba el cerro Murallón, un gran bloque cuadrado de granito, unos 150 m más elevado que el Don Bosco. Sus laderas verticales y planas estaban adornadas con fantásticos cortinados de hielo, semejantes a macizas cortinas de encaje. La cresta de la cima, plana y de unos 550 m de longitud, estaba coronada con una linea de alminares de hielo que resplandecían a la luz del sol"
"Una hora más tarde, estábamos en un ancho sendero caminando por el bosque encantado; nuestro mundo cobraba vida nuevamente con el canto de los pájaros y el aroma de la vegetación. Nos deteniamos con frecuencia para recostarnos en mullidas camas de musgo y de hojas, y mirabamos hacia el cielo a través de los árboles y hacíamos profundas inhalaciones de aire impregnado de dulces fragancias. El cambio de ambiente fue repentino, el contraste tan abrupto, que quedé como quien está en trance causado por opiáceos, un estado de felicidad del que no salí hasta varios días después".
Aquella expedición esta muy bien narrada, con sus despistes, sucesos varios, asombros y desolaciones: "El viaje por el campo de hielo duró 52 dias. Fue una experiencia que me colmó de satisfacción, tanto como cualquier otra que viví. Hasta la cruel adversidad del clima fue motivo de cierta satisfacción, ya que había sido parte de nuestro propósito aceptar su desafío y probar nuestra capacidad para emprender el viaje de forma segura, aun en los momentos en los que mostraba su mayor agresividad. Por sobre todas las cosas, sentía que había logrado intimar con esta salvaje región, lo cual, a mi modo de ver, constituye la mayor recompensa en cualquier aventura de montañismo".
Excepto dos apéndices que corresponden a publicaciones hechas por el autor sobre las expediciones, el libro acaba con dos capítulos dedicados a la Tierra de Fuego, una expedición por la Cordillera de Darwin con ascensiones ineditas preciosas y la descripción de un mundo a salvo todavía de los hombres en el confín del mundo y de la existencia posible. Es una narración henchida de optimismo, de amor por la belleza natural del mundo, por el placer de pisar un mundo mágico, inigualable, puro, un mundo donde cualquier esfuerzo es poco por alcanzar su plenitud.
"La Patagonia resultó ser una tierra de aventura en la montaña, mucho más fecunda de lo que había esperado en un principio. Como en las cordilleras de Asia Central, el horizonte del mundo no explorado se expandia constantemente; parecía que cuanto más hacia uno allí, más quedaba por hacer. Nuevos proyectos surgían en mi mente, cada uno de ellos más atrayente que el anterior. Pude comprobar que la porción de frutos de calafate había sido, por cierto, efectiva."
"Más hacia el sur había un imán con un poder de atracción aun mayor, puesto que desde que tengo memoria, he sentido fascinación por Tierra de Fuego... Sea cual fuere la principal influencia, durante mucho tiempo había conservado la fascinante visión de los picos solitarios, azotados por tormentas, envueltos por frondosos bosques primitivos, cuyas exóticas plantas florecían como si estuviesen en un ambiente tropical, en lugar de subártico. Cuando pude examinar la situación más de cerca, quedé asombrado al descubrir cuánto del territorio montañoso continuaba siendo virgen, y la visión pronto se tradujo en un deseo arrollador de ir hasta allí". Es el año 1962.
"En su extremo occidental, se levanta el monte Sarmiento, que fue escalado, tras varios intentos frustrados, por una expedición encabezada por de Agostini, pero la mayor parte de la península esta ocupada por la cordillera de Darwin, con los picos más altos de Tierra de Fuego. Esa cordillera cubre una superficie que fácilmente podría alojar el Mont Blanc, los Apeninos y los Alpes, y también la mayor parte del Oberland bernés, mientras que la extensión de sus glaciares debe de ser mucho mayor que la de toda la cadena alpina. Asimismo, si bien sus picos más altos tienen solo unos 2600 m, se erigen desde el nivel del mar, por lo que, para el escalador, las montañas tienen un tamaño equivalente al de la mayoría de sus rivales alpinos".
"No obstante, igual que sucede con el mar, gran parte de la fascinación de las montañas reside en combatir los elementos que las rodean. Aceptamos el desafío de los gigantes del Himalaya, en parte, debido a los problemas que presentaba la atmósfera enrarecida a grandes alturas. El montañero tampoco es ajeno a la frustración y la desilusión".
"Luego me arrastré afuera, me puse en pie y el viento me tiro al instante y me arrebato el pasamontañas, que salió volando alto por encima del borde de la cascada de hielo.
Nuestras actividades durante las dos horas siguientes se habrán parecido a una de estas comedias circenses del viejo cine mudo. En medio de nuestra lucha para desmontar la tienda y empacar la carga, éramos arrojados una y otra vez al suelo. La mochila de Cedomir, que pesaba unos 23 kg fue literalmente barrida y se cayó en una grieta a casi 200 m".
La introducción que hace su hijo Nick tampoco hay que perdérsela. Lo que si se echa de menos en esta edición son algunas foto y mapas de los lugares. Por lo demás, Shipton sabe que el último paso de cualquier aventura es... compartirla con los demás. Y el es un gran explorador en todos los sentidos.
TIERRA DE TEMPESTADES, de Eric Shipton. Editorial Sudpol, 2013, de 270 páginas