COLGADOS EN EL VACÍO. AL FINAL DE LA ESCALADA, de Cesar Pérez de Tudela
"En una postura y muy incómoda, a unos 300 metros del suelo, descansamos colgados de dos clavijas. Allí no podíamos ni intentar dormirnos. Frasco, ¿porque escalas?- le pregunté a mi compañero.
-No lo sé- respondió-. Creo que es importante, me hace ser fuerte, pero también me gusta mucho dibujar y entonces no paso tanto miedo.
-Si, tienes razón; esto del alpinismo es gracioso, los fortalece, pero llegas a aborrecer estos precipicios. A veces sobrecoge el ánimo. He de confesarte que hoy he pasado mucho miedo.
-Hoy has escalado como un maestro- me replicó. -Pero lo hice para poder subir, no me siento orgulloso, solamente he ejercitado mi oficio. Quiero cumplir mi objetivo y llegar a la cima.
Los párpados se nos fueron cerrando y, cuando me di cuenta, Frasco estaba inclinado hacia el abismo, como si fuera a caerse.
-¡Frasco, despierta!- le grité.
La noche si nos hizo muy larga, tiritando y añorando el sol que el día anterior nos quemaba. Las horas pasaban lentamente"
-No lo sé- respondió-. Creo que es importante, me hace ser fuerte, pero también me gusta mucho dibujar y entonces no paso tanto miedo.
-Si, tienes razón; esto del alpinismo es gracioso, los fortalece, pero llegas a aborrecer estos precipicios. A veces sobrecoge el ánimo. He de confesarte que hoy he pasado mucho miedo.
-Hoy has escalado como un maestro- me replicó. -Pero lo hice para poder subir, no me siento orgulloso, solamente he ejercitado mi oficio. Quiero cumplir mi objetivo y llegar a la cima.
Los párpados se nos fueron cerrando y, cuando me di cuenta, Frasco estaba inclinado hacia el abismo, como si fuera a caerse.
-¡Frasco, despierta!- le grité.
La noche si nos hizo muy larga, tiritando y añorando el sol que el día anterior nos quemaba. Las horas pasaban lentamente"
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