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miércoles, 3 de mayo de 2017

LA LITERATURA DEL HOLOCAUSTO. LA SANGRE Y EL ÁMBAR, de David Torres

LA LITERATURA DEL HOLOCAUSTO. LA SANGRE Y EL ÁMBAR, de David Torres 

    "Al contrario de lo que se piensa, el escritor, o al menos el novelista, no trabaja con palabras. Su materia prima son las emociones. Las palabras son a las emociones lo que las teclas de un piano a la música: hay que saber qué teclas tocar y cuáles no para afinar la melodía. Las teclas, las palabras, no son más que un medio para un fin, que es la música. La novela realista, la gran novela europea de los siglos XIX y XX, es ante todo una labor de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de sufrir con los otros, de llorar con los otros. Sentir que un destino humano (una jovencita romántica con la cabeza a pájaros, un jugador compulsivo, un capitán de la marina mercante enviado al centro de África) podría ser el nuestro. Pero no tengo forma humana de ponerme en el lugar de esas criaturas que viajaban como ganado camino del matadero, que hacían sus necesidades unos juntos a otros, que chillaban interminablemente, que rezaban moviendo los labios, que callaban bajando la cabeza. Todos esos cientos, miles, cientos de miles, millones de hombres y mujeres y ancianos y niños que no eran personajes literarios. No puedo ni imaginarme el olor que había en uno de esos vagones después de tres días de viaje, un olor mezcla de docenas de olores y secreciones —orina, sudor, adrenalina, mierda, pánico— ni atisbar, aunque sea por un instante, la profundidad de su sufrimiento y de su miedo. Puedo llorar por ellos, pero no puedo ser ellos. No puedo ponerme en su lugar. Nadie puede. Nadie puede imaginar que su destino, no el destino de un personaje literario sino el de un ser humano, de cientos de miles, de millones, de un pueblo, de razas enteras, sea acabar convertido en jabón, en sebo, que tu piel sirva para fabricar la pantalla de una lámpara de mesa, que trituren tus huesos y fertilicen la tierra con el polvo, y que tejan mantas y sacos de arpillera con tus cabellos."
Auschwitz

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