HISTORIA DE POLONIA EN LIBROS. SANGRE Y ÁMBAR, de David Torres
"En el mar de los números se pierden las lágrimas, las gotas de sudor, los ríos de sangre. Hace falta repetir y repetir en voz alta todas las historias, todos los destinos de los que contemplaron el espanto con sus propios ojos para comprender verdaderamente lo que fue Europa, cómo ha llegado a ser lo que es, cuántas cicatrices y cuánto dolor se esconden debajo de los himnos, discursos y banderas. Agnieszka lo dijo de una manera más simple y más clara:
—Es necesario que los jóvenes conozcan la verdad, sean del país que sean. Antes, con el comunismo, leías la historia de Polonia y parecía otra. A muchos europeos aún no se les ha metido en la cabeza que Stalin fue tan malo como Hitler o que para nosotros la guerra no terminó hasta 1989. Churchill y Roosevelt nos vendieron en Teherán, junto a toda la Europa del Este. Pero cuando yo estudiaba en el colegio todo, todo lo que aparecía en los libros no eran más que mentiras y más mentiras. Norman Davies ha sido el primero en hablar de todo esto.
Cualquiera que esté interesado por Polonia tropezará, más tarde o más temprano, con el nombre de Davies. Su obra God’s playground (que podría traducirse por «El campo de juego de Dios») es una monumental historia de Polonia en dos tomos considerada la referencia absoluta y definitiva. Por suerte, yo ya había tropezado con él: me interesaba sobremanera un libro acerca del levantamiento de Varsovia escrito por Davies que, por aquel entonces, aún no había sido vertido al español. Cuando se publicó en España al año siguiente, en una espléndida y cuidada edición cuajada de fotografías documentales, pude comprobar por qué los polacos adoran al historiador inglés. Varsovia 1944 es una joya bibliográfica de casi novecientas páginas, un complejo y perfecto mecanismo de relojería que explora hasta el agotamiento todas las raíces y ramificaciones políticas de aquella carnicería sin nombre.
—La memoria —dijo Agnieszka, y lo repitió sin perder la sonrisa—: la memoria es lo único que puede salvarnos. Éste es un local consagrado a la memoria. Por eso los polacos nos empeñamos tanto en que Europa sea algo más que una simple unión económica, sino una verdadera conciencia común.
Cuando nos despedimos, Agnieszka me tendió la mano, pero yo no pude evitar acercarme, darle las gracias y plantarle dos rotundos besos en la cara, al estilo español. Se llevó la mano a las mejillas, ruborizada, y luego se echó a reír por última vez.
—¡Pero, por favor, si ya soy una abuela! —Luego se volvió hacia Aśka y dijo—: No me va a quedar más remedio que besarte yo a ti.
Mientras salíamos, recordé la frase más bella que había dicho aquella mujer: «En cualquier momento puede abrirse la puerta y entrar un héroe.»"
Gdansk |
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