VASILI GROSSMAN. GENTE, AÑOS, VIDA, de Ilya Ehrenburg
"Grossman se refería a la historia, a las costumbres, a la literatura de todos los pueblos de la Unión Soviética con enorme respeto. De Lenin hablaba con veneración. En su opinión los bolcheviques que habían surgido de la clandestinidad eran héroes irreprochables. Yo era quince años mayor que él, y había conocido como emigrado a muchas de las personas a las que él admiraba. Una vez le dije: «No entiendo lo que admira de esos camaradas». Vasili Semiónovich respondió, enfadado: «No entiende muchas cosas. Para usted la vida es un poema y cuanto más enredado mejor. Pero la vida es una parábola».
Dicen que hay gente que nace con estrella. Uno de los mimados por el destino podría ser, por ejemplo, Pablo Neruda. Pero la estrella con la que nació Vasili Grossman fue la estrella de la desgracia. Me contaron que Stalin borró su novela El pueblo es inmortal de la lista de obras presentadas a un premio. No sé si es cierto o no, pero Stalin, al igual que no apreciaba a Platónov, no debía de tener en gran estima a Grossman: por su amor a Lenin, por su auténtico internacionalismo y por su aspiración no sólo a describir sino a interpretar las diferentes parábolas de la vida.
A finales de verano Grossman se encontraba en Stalingrado. Desde allí escribió una serie de ensayos que me parecen los más convincentes y claros de todos los que se publicaron durante la guerra. ¿Por qué el general Ortenberg ordenó a Grossman que se dirigiera a Elista y envió en su lugar a Símonov a Stalingrado? El motivo de fondo fue el amor hacia el joven y talentoso escritor, eso está claro. Pero ¿por qué no permitieron a Grossman quedarse hasta el desenlace? Todavía hoy sigo sin entenderlo. Los meses en Stalingrado y todo lo vinculado a ello se grabaron en la memoria de Grossman como un acontecimiento capital. Escribieron sobre este episodio muchos otros, pero sólo Nekrásov, que era zapador, y Grossman, a quien los habitantes de Stalingrado no consideraban un periodista sino un camarada de combate, pudieron transmitir todo el carácter trágico y toda la grandeza de espíritu de los participantes de la batalla de Stalingrado.
(...)
Vasili Semiónovich continuó trabajando. La continuación de su novela le supuso muchas penurias de las que me resulta difícil hablar. Vivía retirado y murió el verano de 1964. Su entierro fue triste, con lágrimas sentidas. Estuvieron presentes los que debían estar y no acudió ninguno de los que no fueron amables con él en vida. Vi a los corresponsales de guerra de Krásnaia zvezdá, asistieron todos los que aún vivían. Yo miraba a Vasili Semiónovich, en su ataúd, y me desgarraba la tristeza: ¿por qué no había ido a visitarlo? Creo que a muchos les atormentaba el mismo pensamiento: ¿por qué no lo apoyaron?, ¿por qué no lo confortaron? Se recordaron los años de guerra. Fue un soldado fuerte, pero se encontró con un destino poco benévolo. Ésta es una vieja historia: el destino, por lo visto, no quiere a los maximalistas."
Vasili Grossman (1905-1964), en Svatovo en 1943. |
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