JUVENTUD. GENTE, AÑOS, VIDA, de Ilya Ehrenburg
"Los jóvenes saben mucho más de lo que sienten; esto está relacionado no sólo con el empobrecimiento de la filosofía y de otras humanidades sino con la pérdida de la importancia del arte en la vida de la sociedad, la decadencia de las sensaciones, de las imágenes, de la ética. Antes las facultades de letras representaban la élite de las naciones; los jóvenes buscaban respuestas a las preguntas que los atormentaban no sólo en las obras de Lev Tolstói, sino también en las de Strindberg, Leonid Andréiev, Paul Bourget. Ahora son las facultades de matemáticas y de física las que atraen a los mejores de la nueva generación, allí podemos comprobar que el amor a la exactitud no mata la fantasía. Incluso en el ámbito de la música, la poesía y la pintura los jóvenes físicos son mucho más duchos y exigentes que sus compañeros que estudian en las facultades de filosofía, historia o derecho. Por lo visto, las esperanzas en un hombre armonioso, en una idea general que nazca de las reflexiones y búsquedas de los jóvenes, no deben asociarse ahora con las obras de filósofos tardíos —ya sean existencialistas, neopositivistas o neotomistas— ni con la revolución cultural emprendida por los dogmáticos que ven revisionismo criminal en cada movimiento del pensamiento crítico, sino con el futuro desarrollo de las ciencias exactas, con el despertar de una conciencia moral en los portadores del conocimiento.
Este capítulo puede llevar a algunos lectores a preguntarse: ¿a santo de qué, después de descartar a los filósofos tardíos, el autor mismo se pone a filosofar? Se supone que conviene incluir esta clase de generalizaciones en el epílogo y las he presentado al principio de la última parte del libro sobre mi vida. Hablaré de los acontecimientos, de la gente y de mí mismo. La tarde de mi vida fue difícil y agitada, pero no dejaba de mirar con avidez a los jóvenes: es humano pensar en el futuro, a pesar de saber que allí no hay lugar para ti."
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