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jueves, 21 de septiembre de 2017

LA LANZA DE LOS MASAI. AL OESTE CON LA NOCHE, de Beryl Markham

LA LANZA DE LOS MASAI. AL OESTE CON LA NOCHE, de Beryl Markham 

  "Colmando de alabanzas a Arab Maina, Arab Kosky corrió hacia el ciervo abatido, con la espada desenvainada de su funda de cuero rojo dispuesta para la caza.
    Miré los brazos delgados de Arab Maina, con sus músculos lisos y uniformes, y no aprecié ningún signo visible de tan inmensa fuerza. Arab Maina, al igual que Arab Kosky, era alto y flexible como un junco joven y su piel brillaba como un ascua bajo el susurro del viento. Su rostro era joven y duro, pero había en él una suave complacencia. Había amor, amor a la caza, amor a la seguridad de su fuerza, amor a la belleza y a la utilidad de su lanza.
    La lanza, construida por los herreros de su propia tribu, era de acero flexible templado y forjado. Pero era algo más.
    Para todo murani su lanza es el símbolo de su virilidad y forma parte de él en la misma medida que los tendones de su cuerpo. Su lanza es la manifestación de su fe; sin ella no puede conseguir nada, ni tierra, ni ganado, ni esposas. Ni siquiera el honor puede ser suyo hasta llegar el día en que, después de su circuncisión, se presenta ante los miembros reunidos de su tribu -hombres y mujeres de todas las edades, de manyattas, tan desparramados como las semillas de la hierba silvestre- y les jura lealtad, a ellos a su herencia común.
    Coge la lanza de las manos del ol-oiboni y la sujeta, como hará siempre mientras sus brazos tengan fuerza y sus ojos no queden nublados por la edad. Es el emblema de su sangre y de su clase y, al poseerla, se convierte repentinamente en un hombre.
    Al poseerla, nunca antes.
    Arab Maina colocó el pie izquierdo sobre el ciervo y extrajo con cuidado su lanza.
    -No sé, puede haberle roto un hueso -dijo.
    Pasó los dedos manchados de sangre por los bordes afilado: del arma y torció los labios en una ligera sonrisa.
    -En nombre de Dios, ¡el metal no está mellado! Mi lanza está ilesa -se paró a arrancar un puñado de hierba y limpió la sangre del acero caliente y brillante."

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