ORIGEN DEL SIONISMO. LEÓN TROTSKY, de Joshua Rubenstein
"Durante los primeros meses que pasó Trotsky en Europa occidental, a principios de abril de 1903 llegaron procedentes de Rusia noticias estremecedoras de la formación de un pogromo contra los judíos de Kishinev, la capital de la provincia besarabia de Moldavia (hoy día también se conoce a esta ciudad por el nombre de Chisinau). En la ciudad de Dubasari, cuarenta kilómetros al norte de Kishinev, se había encontrado el cadáver de un niño cristiano ruso asesinado. La prensa antisemita local había construido la acusación de que los judíos habían asesinado al niño con el fin de utilizar su sangre para elaborar pan ázimo tradicional con el que celebrar la inminente festividad de la Pascua judía: el libelo de sangre que llevaba siglos asediando a las comunidades judías. Los ciudadanos enfurecidos desencadenaron una espiral de violencia en la que mataron a casi cincuenta judíos, dejaron heridos a varios centenares y saquearon y destruyeron nada menos que setecientos hogares. Durante tres días no intervinieron ni la policía ni el ejército para poner fin a la violencia, lo que causó la inevitable impresión de que el régimen había estimulado o tolerado la creación del pogromo. El pogromo de Kishinev suscitó reacciones profundamente enfrentadas. Para el ministro del interior, Vyascheslav von Plehwe, el pogromo no significaba nada más que una advertencia contundente a los judíos del imperio para que se apartaran de la causa revolucionaria. Cuando poco más adelante, en primavera, Plehwe concedió audiencia a un grupo de judíos de Odessa, hizo caso omiso de sus peticiones de ayuda y, por el contrario, los amonestó en tono amenazador: Decid a la juventud judía, a vuestros hijos e hijas, decid a todos vuestros intelectuales, que no deben pensar que Rusia es un organismo viejo, decadente y en desintegración; una Rusia joven y desarrollada vencerá al movimiento revolucionario. Se habla mucho del miedo de los judíos, pero no es cierto. Los judíos son lo más valiente de la población. En el oeste de Rusia, aproximadamente el 90 por ciento de los revolucionarios son judíos y en el conjunto del país, en torno al 40 por ciento. No os ocultaré que nos preocupa el movimiento revolucionario de Rusia… pero debéis saber que si no apartáis a vuestra juventud del movimiento revolucionario, os haremos la situación insostenible hasta el extremo de que tendréis que abandonar Rusia, ¡hasta el último de vosotros! Luego, ese mismo verano, Theodor Herzl, un periodista vienés de primera línea y fundador del sionismo moderno, viajó a San Petersburgo, donde lo recibieron tanto Plehwe como Witte. Ambos reconocían que la política zarista empujaba a los judíos a apoyar la revolución. «Si yo fuera judío, seguramente también sería enemigo del gobierno», aseguró Plehwe a Herzl. A juicio de este, el movimiento sionista era capaz de ofrecer una vía más esperanzadora a la resistencia judía y pondría fin a «la deserción hacia el socialismo». Los socialdemócratas judíos del entorno de Lenin rechazaban los puntos de vista de Herzl..."
Sinagoga de Budapest |
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