LA ANTIGUA ESLOVAQUIA. GENTE, AÑOS, VIDA, de Ilya Ehrenburg
"En 1928, cuando visité por primera vez Eslovaquia, había conocido un país sin ciudades. Desde luego, en Bratislava había escritores eslovacos, se publicaban periódicos y revistas, pero entre los habitantes de la ciudad los alemanes y los húngaros eran numéricamente superiores a los eslovacos. En Kosice sólo escuché hablar eslovaco en los mercados donde compraban los campesinos. Las pequeñas ciudades alemanas de Levoca y Kezmarok, con sus ayuntamientos y sus iglesias góticas y sus suscriptores a Die Woche, parecían algo de otro planeta. Por otro lado, las ciudades pequeñas en las que vivían los eslovacos (Brezno, Zvolen, Ruzomberok, Martin) eran poco más que aldeas: apenas unas pocas casas y, al lado, casas de campo, huertos y gansos. Todos los intelectuales eslovacos estaban unidos al campo. Me llevaron a la cabaña en la que había nacido Kukucin, uno de los fundadores de la literatura eslovaca, y luego a una casa muy similar, donde conocí a Jilemnický, que estaba por ese entonces consagrado a la escritura de una novela. Una vez me fue dado visitar Eslovaquia durante el invierno, y el poeta Laco Novomeský me invitó a pasar las navidades en Senica, donde vivían sus padres y su abuela. Allí se nos unió un joven poeta de Dav llamado Ivan Horvát. Se nos invitó a una tradicional comida navideña, donde Novomeský y Horvát disertaron sobre la obra de Maiakovski, Nezval, Aragón y Pasternak. Clementis me llevó de visita a su pueblo natal, Tisovec, donde sus padres, con extremado celo y hospitalidad, nos agasajaron con comida y licores locales. Los miembros del Dav soñaban con una belleza industrial, sin dejar por ello de amar a los campesinos eslovacos, analfabetos pero llenos de nobleza, todavía inmunes a los males del capitalismo."
Museo ruteno de Svednik |
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