CARAMELOS PARA EL TERCER MUNDO. BAJO LOS CIELOS DE ASIA, de Iñaki Ochoa de Olza
"Por un instante envidio esa paz que permite a este niño no sentirse sometido a convenciones y desdeñar con fuerza la carga de las apariencias. Con una mano toca mi muslo para llamar mi atención. Sonríe. Nos hemos hecho amigos la noche anterior y él sabe que no volveré por aquí pronto. Le repito por enésima vez que no, no tengo en mi poder ningún caramelo que me sobre. Me gustaría cruzar unas palabras con el primero que pasó por estos lugares ofreciendo dulces a los niños. Bueno, es posible que fueran algo más que palabras, porque el caso es que los niños del Himalaya se han acostumbrado a pensar en los excursionistas occidentales como meros proveedores… con ganas le sacudiría un estacazo. Ahora Ram Bahadur Jirel, que así se llama el pequeño, me dice adiós mientras me pongo a andar con ganas. En este pueblo todos llevan Jirel de apellido, todos son más o menos parientes. Nuestra expedición dejará un buen dinero por aquí, y bastante repartido. Los porteadores, además, cobran tres veces más trabajando para una expedición que haciéndolo para un nepalí. Su único problema será llevar treinta kilos a la espalda durante siete días, y también aguantar nuestra neurastenia que pretende controlarlo todo, al menos los dos o tres primeros días."
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