MISSISSIPPI GODDAM Y NINA SIMONE
"No soy incapaz de matar —dijo una vez Nina Simone, recordando el sábado 15 de septiembre de 1963—. Nadie lo es. Pero en lugar de hacerlo, escribí «Mississippi Goddam».
Simone no exageraba. Aquel día, cuando escuchó las noticias de Alabama, su primer instinto fue el asesinato.
Me fui al garaje y recogí un montón de herramientas y chatarra y me lo llevé al apartamento —contaba en su autobiografía I Put a Spell on You—. Intentaba apañar un arma, una pistola casera. Tenía en mente salir por ahí y matar a alguien a quien pudiera identificar como un obstáculo para que mi gente obtuviera justicia por primera vez en 300 años.
La noticia era la siguiente: a las 10.19 de la mañana, más de una docena de cartuchos de dinamita había detonado en el sótano de la iglesia Baptista de la calle 16 en Birmingham, Alabama, durante un seminario sobre la Biblia para niños negros. Cuatro de ellos —Denise McNair, 11 años, Addie Mae Collins, Carole Robertson y Cynthia Wesley, todos de 14— murieron en la explosión. «Tras la detonación, mientras las vigas se desplomaban, la maestra gritó “¡Al suelo, al suelo!” —recordaría más tarde el padre de Cynthia, Claude—. Mientras gritaba, los rostros de Jesús en los bonitos vitrales de la iglesia se hicieron añicos». Según se supo después, el culpable era Robert Edward Chambliss, popularmente conocido por sus compañeros del Ku Klux Klan como «Bob Dinamita».
Todas las verdades que me había negado a mí misma durante tanto tiempo me estallaron en la cara… De pronto me di cuenta de lo que significaba ser negro en Estados Unidos en 1963, pero no fue un despertar intelectual vinculado a lo que Lorraine me repetía una y otra vez, aquello estalló como una oleada de furia, odio y determinación.
Y así fue como el marido y mánager de Simone, Andrew Stroud, la encontró en el suelo de su apartamento, histérica y despotricando, tratando de montar una pistola con piezas sueltas de metal. Estuvo un momento tratando de asimilar la escena, hasta que le dijo a su esposa para tranquilizarla: «Nina, no tienes ni idea de matar, lo único que tienes es la música» y salió de la estancia. Simone se calmó y al poco se dirigió al piano. Una hora más tarde, ya tenía su primera canción protesta, «Mississippi Goddam». «Irrumpió más deprisa de lo que podía llegar a escribir», recordaba. Uno puede imaginarla aporreando las teclas y aullando los primeros compases mientras los cuatro cadáveres de Birmingham no se habían enfriado aún: «Alabama’s got me so upset / Tennessee made me loose my rest / And everybody knows about Mississippi Goddam!» [lo de Alabama me indignó, / Tennessee me desquició / y todos saben del maldito Misisipi].
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