LA COMERCIALIZACIÓN DEL EVEREST. MONTAÑAS INJUSTAS, de Agustín Faus
"El Everest es la única montaña que ha dejado de ser montaña-montaña para entrar a ser un punto geográfico de primerísima categoría, lo que es lo mismo que un mito o un foco de atracción, o un desafío desnudo, especial hacia las ambiciones y las prepotencias. Hoy hay hombres que, sin pensar ya en el sentimiento de las montañas, son víctimas de la necesidad de vencerlo todo, sean sus objetivos humanos, montañas o cosas.
El Everest, por esta causa, se ha comercializado en exceso y prácticamente ha dejado de ser una montaña para los alpinistas de corazón. Ha dejado de ser una montaña-montaña como son todas las otras montañas del mundo. Se ha llegado a un momento en el cual hay empresas que casi garantizan «llevar a una persona —a cualquier persona con o sin sentimiento montañero— a la cumbre del Everest, previo pago de seis u ocho o diez mil dólares». Y esto ya no tiene nada que ver con el alpinismo tradicional.
Cuando surgen en el campamento base del glaciar de Khumbu más de trescientas tiendas, con gentes que no se conocen, ni se saludan, ni se respetan entre ellos. Cuando hay gente que discute por obtener agua potable. Cuando se ensucia cualquier rincón del glaciar donde todo queda, lógicamente, degradado, insalubre. Entonces el Everest ya no puede ser una montaña con el elogiable sabor de todas las montañas. Cuando se llega a un terrible grado de saturación, de multitudes, de inhumanidad. Cuando allí mismo, entre las tiendas, un grupo trafica con otro grupo exigiendo a unos el pago de una determinada cantidad de dinero para poder emplear una cuerda fija colocada por otros (o cedida, mediante dinero también por otro grupo anterior), esto ya no es montañismo, ni el ambiente entre tiendas se puede llamar alpinismo como ha sido siempre el alpinismo clásico.
Cuando se pasa impávido junto a cadáveres helados, cubiertos desde hace tiempo por el hielo, o cuando un sherpa se está muriendo allí mismo y nadie se descompone. Cuando otros sherpas discuten entre ellos porque no quieren colaborar para fijar cuerdas que son de otro equipo. Cuando menudean en exceso en el campamento base descaradas citas amorosas entre participantes y participantas de unas y otras expediciones, y los sherpas lo saben, lo espían y lo comentan a carcajada limpia… o activan ellos mismos las citas. Cuando en la ladera del Everest se forma una fila de cincuenta o sesenta o más escaladores pisándose unos a otros o apresurándose o empujándose, casi disputándose las cuerdas fijas. Cuando no se hacen caso unos de otros si les sucede algo malo a tal altitud o bajo el mal tiempo…
Cuando sucede todo esto tan deplorable, y más cosas desagradables. Cuando a pesar de estar a cinco mil metros, el lugar ya no es como una montaña tradicional tal como la conocemos y la apreciamos los montañeros. Cuando estando sobre el hielo y la nieve, el ambiente parece más el de «una jungla de asfalto». ¿Puede aceptarse esta jungla en una montaña? ¿Es justo todo esto?"
2 comentarios:
En Argentina también tenemos una muestra gratis de ello: se llama Aconcagua.
Conozco los dos, el CB del Everest y el del Aconcagua, los dos son un circo, lo sabemos, sin embargo yo los receurdo como una de las grandes aventuras que he vivido. Depende de la actitud de uno, si te dejas llevar por la fiesta de navidad y fin de año en plaza de mulas, por ejemplo, o vas a lo tuyo, que es lo que hice yo. También se da la paradoja de conocer a mucha gente interesante, no solo a la detestable. Yo nunca me he arrepentido de estar en ambos lugares
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