ATARDECER CHIPRIOTA. LIMONES AMARGOS, de Lawrence Durrell
"...La luz fluía de los cuernos de la montaña, ahora exprimida lateralmente, en un haz de delgados lápices, retocando las insustanciales siluetas de fortalezas y cabos con una irrealidad de ensueño. La galería, con sus paredes encaladas, era una refulgente trampa para el sol, y allí el anciano me llevó una incómoda silla en que sentarme, por sobre los siseos del mar y el leve cosquilleo del viento que agitaba el viejo pendón turco, reteniéndolo y soltándolo, soplando y dejando de soplar. El largo atardecer empezó a asentarse con un estremecimiento, y uno de los picos plateados mordisqueó el disco de luz viajera, arrojando una profunda y fresca penumbra de sombra sobre los valles. Muy pronto el ligero viento de la noche correría a través de Mesaoria y haría girar los molinos en Nicosia; los yates que regresaban aletearían y temblarían frente a la barra de Kirenia, y Sabri, en su pequeña galería del comedor del cuerpo de policía echaría una ojeada a su reloj e inclinaría la mejilla para inspirar mientras contemplaba el duro esmalte del agua y las montañas turcas, acurrucadas en la sombra como un rebaño de ovejas."
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