BERLÍN, 1921. GENTE, AÑOS, VIDA, de Ilya Ehrenburg
"Avanzado el otoño de 1921, después de la acomodada y tranquila Bruselas, vi Berlín. Los alemanes vivían como viajeros en espera de un tren, nadie sabía lo que iba a ocurrir al día siguiente. Los vendedores de periódicos decían a voz en grito: «¡B Z! ¡Última edición! ¡Avance comunista en Sajonia! ¡Se prepara un putsch en Múnich!». La gente leía en silencio el periódico e iba a trabajar. Cada día los comerciantes cambiaban las etiquetas de los precios: se devaluaba el marco. Por la Kurfürstendamm deambulaban rebaños de extranjeros: compraban por cuatro monedas los restos de un lujo pasado. En los barrios pobres expoliaron algunas panaderías. Parecía que todo iba a derrumbarse, pero las chimeneas de las fábricas echaban humo, los empleados de la banca apuntaban con exactitud cantidades de muchos números, las prostitutas se maquillaban con esmero, los periodistas escribían sobre el hambre en Rusia o sobre el noble corazón de Ludendorff, los escolares aprendían de memoria las crónicas de las victorias pasadas de Alemania. A cada paso se encontraban Tanzdielen (salas de fiesta) donde parejas famélicas se movían rítmicamente. Retumbaba el jazz. Recuerdo dos canciones de moda: ¿Le gustan las bananas? y La negra Sonia (Schwartze Sonia). En uno de los bailes, un tenor ronco gritaba: «¡Mañana será el fin del mundo!». Sin embargo, el apocalipsis se aplazaba de un día para otro."
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