EL MAPA. AL OESTE CON LA NOCHE, de Beryl Markham
"Un mapa te dice: «Léeme con atención, sígueme con cuidado, no dudes de mí». Dice: «Soy la tierra en la palma de tu mano. Sin mí estás solo y perdido».
(...)
Sin embargo, al mirarlo, al sentirlo, al pasar un dedo por sus rayas, un mapa es algo frío, sin gracia y monótono, que nació de un compás y del tablero de un delineante. Esa línea costera ahí, ese garabato desigual de tinta escarlata, no presenta arena, ni mar, ni rocas; no habla de ningún marino que desplegando erróneamente todas las velas en mares dormidos lega un garabato inestimable para la posteridad en la piel de una oveja o en un trozo de madera. Esa mancha marrón que señala una montaña no tiene ningún significado para quien la mira al azar, aunque veinte hombres, o diez, o uno solo puedan haber malgastado su vida para escalarla. Aquí hay un valle, allí una ciénaga y allí un desierto; y aquí hay un río que algún alma curiosa y valiente, como un lápiz en manos de Dios, trazó por vez primera con los pies ensangrentados.
Aquí está tu mapa. Despliégalo, síguelo, después tíralo si quieres. Es sólo un papel. Sólo un papel y tinta, pero si piensas un poco, si te detienes un momento, verás que muy pocas veces se han unido estas dos cosas para hacer un documento tan modesto y, sin embargo, tan lleno de historias de esperanza o sagas de conquista."
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