LA CIMA DE LA MONTAÑA, de Eliseo Reclus
"La cima en que yo gustaba más de sentarme no era la altura soberana donde puede uno instalarse como un rey sobre el trono para contemplar á sus pies los reinos extendidos. Me sentía más a gusto en la cima secundaria, desde la cual mi vista podía á un tiempo extenderse sobre pendientes más bajas y subir luego, de arista en arista, hacia las paredes superiores y hacia la punta bañada en el cielo azul.
Allí, sin tener que reprimir el movimiento de orgullo que a mi pesar hubiera sentido en el punto culminante de la montaña, saboreaba el placer de satisfacer completamente mis miradas, contemplando cuantas bellezas me ofrecían nieves, rocas, pastos y bosques. Hallábame a mitad de altura entre las dos zonas de la tierra y del cielo, y me sentía libre sin estar aislado. En ninguna parte penetró en mi corazón más dulce sensación de paz."
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