LOS ITALIANOS, AÑOS 30. AL OESTE CON LA NOCHE, de Beryl Markham
"El único italiano con clase que he conocido y a quien respeté -como todo el que le conoce- fue el General Balbo. Balbo era un caballero entre los fascistas y, como tal, su muerte fue un acto del destino concebido sin duda en interés de la congruencia.
Cuando Blix y yo hicimos el viaje a Inglaterra el general Balbo era gobernador de Tripolitania, pero había salido hacia el desierto meridional en una inspección de rutina y no pudo interceder, como lo había hecho un par de veces por mí, para acelerar nuestra salida de Egipto a Libia.
Por muy inútiles que sean los militares italianos hay un poder impresionante tras los sellos de caucho de los oficialillos italianos, o lo había. A Blix y a mí nos retuvieron en El Cairo, día tras día, negándose a concedernos los permisos para cruzar la frontera hacia Libia. No tenían motivo, o no daban ninguno, y su exasperante negativa a que hiciéramos otra cosa salvo esperar sentados (creo que literalmente) sobre nuestros pasaportes llevó a Blix a la profunda observación de que «no hay infierno como la incertidumbre ni mayor amenaza para la sociedad que un italiano con tres liras de autoridad»."
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