CANTAR. RUMBO A LA GLORIA, de Woody Guthrie
"Estoy dejándome llevar, y de una manera tan alocada y embrollada como tú, y en un montón de ocasiones me han cogido, tirado y vuelto a coger; pero mis ojos han sido la cámara con la que tomaba fotografías del mundo y mis canciones han formado mensajes que intentaba propagar por los deslunados, a lo largo de los peldaños de las escaleras de incendios, en los alfeizares y a través de los pasillos en película.
(...)
Decidí que durante un momento, durante un chasquido de dedos en sus vidas, verían pasar por el lugar a un ser humano que no cantaba porque lo hubieran contratado tras decirle que que cantar, sino que simplemente andaba por allí reflexionando sobre el mundo y cantando acerca de ello.
(...)
Esas gentes se fundieron en una única voz en la penumbra. Yo entreveía en la pantalla de bruma que se asentaba una imagen de mí mismo cantando allá en el piso 65º del Rockefeller Center, interpretando un par de temas y fugándome luego hasta el camerino para fumar y jugar a las cartas durante 2 horas hasta el espectáculo siguiente, para luego seguir fumando y barajando hasta la próxima sesión. Lo único que sabía era que me sentía feliz por haberme librado de esa basura sentimental y soñadora, y aún más feliz por haberme escorado en mi camino hasta llegar a cantar con el pueblo, a cantar algo con bronca, entrañas, carcajadas, fuerza y dinamita dentro."
Woody Guthrie, momma Nora, daddy Charley y little brother George en el porche de su casa |
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