LA CANCION. LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER, de Svetlana Alexievich
«Una vez, después de un concierto… Fue en un hospital de evacuación muy grande… Se me acercó el médico jefe y me pidió: “Tenemos un paciente grave, es un tanquista, está en una habitación individual. Prácticamente no reacciona ante nada, tal vez le ayude su canción”. Fui a la habitación. Toda mi vida recordaré a ese hombre que había salido de milagro de su tanque en llamas. Las quemaduras le cubrían todo el cuerpo. Estaba tendido en la cama, inmóvil, su rostro sin ojos era completamente negro. Sentí un nudo en la garganta, me costó unos minutos dominarme. Luego comencé a cantar en voz baja… Vi de pronto que el rostro del herido se movía ligeramente. Susurró algo. Me incliné y escuché: “Cante más…”. Canté más y más, todo mi repertorio, hasta que el médico me dijo: “Creo que se ha dormido…”».
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