LAS PIEDRAS. LOS SENDEROS DEL MAR, de María Belmonte
"Debe de haber algo atávico en la atracción de los seres humanos por las piedras. Muchos mamíferos marcan el territorio con señales olfativas. Los humanos, desde tiempos inmemoriales, y quizá por su abundancia, lo han hecho mediante piedras. Por todo el mundo se encuentran piedras de todos los tamaños que señalan y pone una nota humana en el paisaje. Hincando grandes piedras en el terreno o disponiéndolas en círculos, nuestros antepasados deseaban quizás dotar de sentido y evocar sentimientos de familiaridad en una naturaleza inhóspita, hostil y salvaje. Aún hoy, nada más reconfortante para los caminantes y montañeros que la presencia de cairns, esos montones de piedras que no solo ayudan a encontrar el camino en medio de la nieve o la niebla sino que evocan sentimientos de solidaridad y generosidad humanas. Las piedras, que en un principio eran simples marcas en el paisaje o señalaban lugares en los que se realizaban rituales, fueron adquiriendo con el tiempo un carácter sagrado. El humilde menhir o monolito fue mutando de tamaño hasta convertirse en zigurat, de ahí en pirámide, luego en templo griego y así hasta llegar a la catedral gótica, con su remedo de bosque de columnas arbóreas, sin olvidar que una de las religiones más influyentes del mundo, la cristiana, tiene su origen fundacional en una piedra"
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