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lunes, 24 de septiembre de 2018

UN FUERTE CONTRASTE. UN RUMOR DE GUERRA, de Philip Caputo

UN FUERTE CONTRASTE. UN RUMOR DE GUERRA, de Philip Caputo 

    "Aquel período en Vietnam fue singular, con algo del característico sabor romántico de las guerras coloniales de Kipling. Hasta el nombre de nuestro grupo era evocador: Brigada Expedicionaria. Nos gustaba ese nombre y como era la única brigada norteamericana que se encontraba en el interior del país en aquel momento, teníamos la sensación de que éramos seres especiales, la sensación de ser «unos pocos, nosotros los pocos felices, nosotros el grupo de hermanos». El teniente Bradley —el oficial de transporte motorizado del batallón— expresó perfectamente la atmósfera de aquellas semanas, a las que calificó de «espléndida guerrita».
    No era tan espléndida para los vietnamitas, naturalmente, y a principios de abril tuvimos un aviso de la naturaleza de la contienda que se estaba librando en el monte. Dos comandos australianos, asesores de un grupo de Rangers del ejército sudvietnamita, llegaron a la zona de la compañía Charley. Eran unos personajes de aspecto duro y facciones enjutas, acompañados por un ranger de aspecto aún más duro, cuyos ojos delataban la hastiada expresión del hombre al que ya no le preocupan las cosas que ha visto y hecho. Los australianos hablaron con Loker —sargento del pelotón de Tester—, que anteriormente había prestado servicio como consejero con ellos. Fue una reunión bulliciosa. Algunos de nosotros, curiosos ante esos extranjeros, nos reunimos en las cercanías para oír lo que decían. Los australianos describieron un enfrentamiento que habían sostenido aquella mañana. Los detalles del combate escapan a mi memoria, pero recuerdo que el más bajo de los dos dijo que su patrulla se había llevado un recuerdo del cuerpo de un vietcong muerto. Sacó algo del bolsillo y, sonriente, lo sostuvo en alto, a la manera de un pescador que posa para una fotografía con una trucha gigantesca. Fue una visión educativa, ya que no edificante. Nada podía haber estado mejor calculado para dar una idea del tipo de guerra que era la del Vietnam y del tipo de cosas que los hombres son capaces de hacer en la guerra si participan en ella el tiempo suficiente. No ocultaré mis emociones. Me impresionó lo que vi, en parte porque no esperaba ver semejante cosa y en parte porque el hombre que la sostenía era una fiel imagen de mí mismo: un miembro del mundo de habla inglesa. En realidad, tendría que decir «las sostenía», en plural, porque eran dos, ensartadas en un alambre: dos orejas humanas, marrones y sanguinolentas."

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