UN MÉDICO RURAL, de Franz Kafka
-¿Sabes? -escucho una voz al oído- Tengo muy poca confianza en ti. Si solo has sido arrojado aquí, no te han traído tus propios pies. En vez de ayudar, me robas un trozo de mi lecho de muerte. Me encantaría arrancarte los ojos
-En verdad -digo- es ignominioso. Pero soy médico, ¿qué quieres que haga? Créeme, tampoco es nada fácil para mí.
-¿He de daré por satisfecho con esas excusas? No me queda más remedio. Siempre debo darme por satisfecho. Vine al mundo con una hermosa herida. Es lo único que he recibido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario