EL REGRESO DURO A LA FRANCIA LIBRE, de Robert Gildea
"...una vez terminadas las celebraciones no resultaba fácil regresar a la normalidad. La gente volvía del frente, o de combatir tras las líneas alemanas, o de campos y prisiones, habiendo conocido momentos de euforia pero también de terrible sufrimiento. A menudo las familias a las que volvían habían quedado rotas por el exilio, la deportación o la muerte: esposos y esposas sin pareja, madres sin hijos, hijos sin padres o hermanos. La sociedad estaba demasiado marcada por los traslados en masa forzosos, la escasez de alimentos, los bombardeos aliados, las represalias alemanas y por conflictos que en algunas partes del país estaban al borde de la guerra civil.
La derrota, la ocupación, la resistencia y la liberación se cobraron un elevado precio sobre la vida privada. La intensa experiencia de la resistencia creó nuevas relaciones y privó de sentido a las antiguas. Se reunieron individuos de orígenes muy distintos que jamás se habrían conocido de haber prevalecido las convenciones sociales de tiempos de paz. La resistencia engendró hermandades masculinas y femeninas de heroísmo y sufrimiento que solo quienes la hubieran experimentado podían compartir. Estas nuevas relaciones, sin embargo, fueron creadas en condiciones dramáticas y artificiales que a menudo las trastornaron y no siempre perduraron.
Maurice Lubczanski había trabajado estrechamente en Carmagnole con Jeanette Regal durante la ocupación. Tenían unos orígenes muy distintos: él era un inmigrante judío polaco, y ella pertenecía a una familia judía francesa asimilada. El padre de ella había muerto durante la guerra y ella no había asistido al funeral por motivos de seguridad. Cuando decidieron casarse, la madre de Jeanette se opuso al matrimonio de su hija con un extranjero y dijo que los comunistas habían secuestrado a su hija. Entretanto, Maurice recibió formación teatral en Lyon y fundó una compañía de teatro. Se trasladaron a París para emprender una nueva vida profesional y familiar. En 1940, Hélène Mordkovitch había retado a Philippe Viannay para que se involucrara en la resistencia y la mirada que se cruzaron se convirtió en ese amor que estaba en el meollo de Défense de la France. Tras la guerra, sin embargo, Philippe no hizo una carrera de su pasado como resistente. Se concentró en las obras de caridad y se negó a cobrar por ellas. Esto afectó a su familia y Hélène Viannay admitió más tarde que sus condiciones de vida eran «abominables, inenarrables. Yo estaba profundamente deprimida, era incapaz de pensar. Estuve desnutrida durante años, y los niños también».
La reunificación de las familias fue en ocasiones motivo por igual de alegría que de dolor. Damira Titonel había sido deportada a Ravensbrück por su labor con la 35.ª Brigada Marcel Langer. Cuando regresó, su familia, compuesta por inmigrantes italianos estrechamente unidos entre sí, estaba hecha jirones. Su madre la saludó entre lágrimas y su padre lo hizo cojeando, pues se había lesionado en un tren de deportados que partía rumbo a los campos. Su hermano Titan también regresó de los campos, y Armand de la cárcel, mientras que Mathieu había combatido con el maquis en la batalla de Castelnau a las órdenes de Robert Wachspress. Damira rompió con su prometido, que ahora ya no significaba nada para ella después del tiempo que había pasado en los campos, y se casó con un joven local, Gilles. Sin embargo, bautizó a su hijo Robert en honor del hombre de su vida, «el comandante al que admiraba tanto, para que el chico creciera y fuera como él». Albergaba la esperanza de un mundo mejor y se unió al Partido Comunista pero eso solo le complicó más la existencia. Cuando en 1947 se declaró en huelga, el carnicero se negó a fiarle y la llamó «vaga». El cura local se negó a confirmar a sus hijos y el Gobierno rechazó su solicitud de regentar un estanco porque era comunista. Hasta 1983 no se encontró con sus camaradas de la Brigada Marcel Langer para fundar una asociación que los agrupara a todos."
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