LA CASA DEL KGB. EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf
"A partir de mediados de los años cincuenta viajábamos a Moscú para reunimos con los jefes de la inteligencia exterior soviética, instalados en el Primer Directorio Principal, y para recibir instrucciones generales del jefe del KGB. En aquel momento no nos quedaba ninguna duda en el sentido de que nuestros anfitriones nos consideraban simplemente como unos peones colocados en una avanzada del orgulloso imperio. Nuestras habitaciones se encontraban en el apartamento de huéspedes de Kolpachni Pereulok, que había pertenecido a Viktor Abakumov, el brutal jefe del SMERSH, la organización responsable de la liquidación de los enemigos reales e imaginarios de Stalin durante la Segunda Guerra Mundial. Abakumov fue fusilado en 1953, después de la muerte de Beria. Construida en el grandioso estilo prerrevolucionario, la mansión de tres pisos tenía varios apartamentos, un ascensor, hogares y un amplio cuarto de baño de mármol con una enorme y antigua bañera. El armario del comedor estaba atestado de fina vajilla de porcelana y cristal, y había una hermosa mesa de comedor ovalada con una lámpara baja, y alrededor de ella nos sentábamos a analizar el estado del mundo con nuestros anfitriones. Las ventanas estaban protegidas por gruesas cortinas. La casa tenía una hermosa biblioteca de clásicos rusos (rara vez leídos), su propia sala de billares y un cine, y se la consideraba una maravilla incluso en el ambiente de los altos jefes del KGB, a quienes encantaba esta mezcla del antiguo gusto burgués y el lujo vulgar estilo nuevo rico. Se decía que Abakumov torturaba en persona a los prisioneros, y continuaba la práctica de Beria de secuestrar a muchachas atractivas en la calle, llevarlas a la casa y violarlas. ¿Quién podía decir qué horrores habían tenido lugar en los cuartos en los cuales se nos agasajaba con tanto lujo? Después del derrumbe de la Unión Soviética, la oficina de prensa del Servicio de Inteligencia ruso se instaló allí."
Lubyanka |
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