DIARIOS, 22 DE JUNIO DE 1851, de H: D. Thoreau
"Mi pulso debe latir con la naturaleza. Tras una ardua jornada de trabajo sin un solo pensamiento, lo que convierte mi cerebro en una simple herramienta, sólo en la quietud de la noche recobro mis sentidos y soy capaz de oir al grillo, que, en realidad, lleva cantando todo el día. En mis mejores momentos, soy consciente de la afluencia de una sabiduría serena e incuestionable que me incapacita en parte y que, de rendirme a ella de forma más notable, me incapacitaría por completo para lo que se conoce como los asuntos activos de la vida, pues no aporta nada sobre lo que pueda posarse la mirada de la razón."
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