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miércoles, 5 de diciembre de 2018

EL GOLPE DE ESTADO DEL GENERAL PRIMO DE RIVERA. JUAN MARCH, de Mercedes Cabrera

EL GOLPE DE ESTADO DEL GENERAL PRIMO DE RIVERA. JUAN MARCH, de Mercedes Cabrera

    "El golpe de Estado de septiembre de 1923 no fue una nueva edición de los pronunciamientos militares del siglo XIX. Aunque la intervención se diseñó para dar paso a un Gobierno de civiles, ese propósito quedó desbaratado. El rey recibió la noticia del golpe mientras se encontraba de veraneo en San Sebastián. Habló con el Gobierno, pero también le llamó Primo de Rivera. Alfonso XIII se tomó su tiempo antes de volver a Madrid. Mientras tanto, el gabinete se había reunido con urgencia. Cuando el presidente, el liberal Manuel García Prieto, acudió a la estación para recibir al rey, le comunicó que habían decidido detener a los militares implicados en la intentona y reunir en una semana a las Cortes. Alfonso XIII dijo que tenía que pensarlo. Entendiendo que había perdido la confianza de la Corona, elemento imprescindible para el Gobierno en aquel régimen, García Prieto presentó su dimisión. El rey le dijo que pensaba llamar a Primo de Rivera y ofrecerle la presidencia de un Gobierno de políticos, técnicos, militares y marinos, que disolvería las Cortes y convocaría nuevas elecciones en plazo. Pero el Directorio estuvo integrado exclusivamente por militares, que procedieron a ocupar todos los escalones del poder Apenas hubo protestas. La mayoría del país, incluidos importantes sectores de la oposición y muchos intelectuales, se alegró de ver desaparecer un sistema que aborrecían y por cuya continuidad no estaban dispuestos a hacer nada. El general Primo de Rivera había afirmado que sólo estaría en el poder el tiempo necesario para pacificar la situación en Marruecos, afirmar el orden interno y enderezar la economía. Dijo que venía a intervenir quirúrgicamente el cuerpo enfermo de la nación y a barrer a los políticos «profesionales» y a sus comparsas oligarcas, culpables de todos los males de la patria
(...)
    El juez Serra tenía fama no sólo de competente, sino de actuar con una moralidad intachable. Había dejado temporalmente el Juzgado de Ayora al haber sido llamado a Valencia para hacerse cargo de diversos casos, entre los que se incluyó el sumario sobre Juan March. En las semanas siguientes, Serra fue testigo privilegiado de cómo cambió la apreciación del caso March en las altas instancias del nuevo régimen. Recibió la visita «secreta» del banquero catalán Manuel Girona. Venía con la pretensión de que la orden de prisión contra March, a quien dijo que conocía bien, se sustituyera por la de libertad provisional con fianza, y mostró al juez un salvoconducto firmado por el general Primo de Rivera. El juez, indignado, le despidió sin dejarle continuar."

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