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viernes, 1 de marzo de 2019

AUSTRIA, Y LA PROTECCIÓN DE LOS NAZIS. LOS ASESINOS ENTRE NOSOTROS, de Simon Wiesenthal

AUSTRIA, Y LA PROTECCIÓN DE LOS NAZIS. LOS ASESINOS ENTRE NOSOTROS, de Simon Wiesenthal

"Entre los sádicos peores de Stanislav se contaban los hermanos Mauer. Eran Volkdeutschen procedentes de Polonia y tenían todos los complejos de aquellos alemanes «inferiores». Los pocos supervivientes de Stanislav cuentan terribles historias de los dos hermanos, pero desgraciadamente daban el nombre como «Maurer», con otra r. Por consiguiente, el fiscal Sichting de Ludwigsburg buscaba dos hermanos llamados «Maurer». En 1963 conocí a Sichting, quien me contó que en sus investigaciones había encontrado muchos Maurers, pero ninguno nacido en Polonia. Entonces le sugerí que quizás el nombre fuera «Mauer». El fiscal me pidió que llevara a cabo una investigación en Austria y para ello me puse en contacto con un comité que se encarga de los Volkdeutschen en ese país. Sí, dos hermanos, Johann y Wilhelm Mauer, se hallaban en Salzburgo trabajando para las Obras Auxiliares Evangélicas, caritativa organización. Johann era «consejero de refugiados» y Wilhelm tenía a su cargo el albergue de juventud: Tareas apropiadas para dos ejecutores en masa. Uno de mis ayudantes fue a la policía de Salzburgo y descubrió que los dos hermanos habían nacido en Polonia. Volvió con una fotografía y al verla recordé que en realidad me había encontrado con Johann Mauer después de la guerra, cuando él trabajaba para una organización de caridad protestante y yo hacía algo similar para una organización de refugiados judíos. Desgraciadamente, entonces no conocía su pasado. Me puse de acuerdo con Sichting y entregué el material entero que teníamos contra los hermanos al fiscal del distrito de Salzburgo. El arresto de los Mauer causó sensación en la ciudad, y el juicio contra ellos, a principios de 1966, fue uno de los más escandalosos capítulos en los anales de la justicia austríaca de posguerra. Parecía imposible lograr la designación del jurado de tantas personas como pidieron se las excusara de serlo por enfermedad u otras razones. Cosas extrañas sucedieron en la atiborrada audiencia de la bella ciudad de los festivales, Salzburgo. El público aplaudió a los acusados y se rió cuando los testigos judíos juraron sobre la Biblia. Todos los testigos reconocieron a ambos hermanos. El testimonio era perfectamente convincente. Tras varias horas de deliberación el jurado admitió que los, acusados habían cometido asesinatos, pero que había que tener en cuenta que obraron coaccionados, ejecutando órdenes superiores. El tribunal tuvo que absolver a los acusados, pero el juez presidente informó que, de acuerdo con el código penal austríaco, el veredicto del jurado era «un patente error» y que por lo tanto se abriría un nuevo juicio contra ellos y que hasta este segundo juicio los acusados seguirían en prisión. El veredicto de Salzburgo y la conducta antisemita del público produjeron olas de reacción en Austria. El Wiener Zeitung hablaba de «veredicto vergonzoso». Estudiantes católicos y socialistas iban por las calles de Viena llevando pancartas que decían: «Austria, parque nacional de criminales nazis». No solucionó nada que yo descubriera —demasiado tarde desgraciadamente— que el presidente del jurado había sido un nazi austríaco clandestino y un SA. El segundo juicio contra los hermanos Mauer se celebró en Viena en el mes de noviembre de 1966. Johann Mauer fue condenado a ocho años y Wilhelm a doce."

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