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martes, 2 de abril de 2019

EL ORIGEN DE LA GUERRA DE KOSOVO. SLOBO, de Francisco Veiga

EL ORIGEN DE LA GUERRA DE KOSOVO. SLOBO, de Francisco Veiga

    "Kosovo era un tema molesto y lo mejor que se podía hacer con él era evitarlo, como en un conjuro colectivo. En privado todos coincidían en que la situación «allá abajo» era un verdadera bomba de relojería. Ésa había sido, incluso, la actitud del mismo Tito, que viajó por última vez a Kosovo en octubre de 1979 y comentó que la provincia estaba sujeta a la creciente actividad de nacionalistas, irrendentistas, un sector hostil del clero y otras «fuerzas ideológicas». [20] Sin embargo, en público dijo que veía a los albaneses «diferentes, más felices» y que el desarrollo completo de las «relaciones autogestionarias» resolverían por sí mismas los peligros que comportaban «tan diversos profetas». Si los padres fundadores de la República Socialista Federativa de Yugoslavia tendían a meter la cabeza bajo el ala, podemos imaginarnos las pocas ganas que tenían de lidiar con el problema los jóvenes herederos, que veían ante sí todo un futuro incierto. Años más tarde, en abril de 1986, Ivan Stambolic viajó a Kosovo Polje y visitó dos aldeas serbias. Hubo manifestaciones de nacionalistas que pedían la liberación de uno de sus líderes, detenido por la policía. Él se mostró comprensivo hacia las quejas de aquellos que decían tener miedo de la mayoría albanesa, y les dio la razón: había que desafiar al «irredentismo» y «separatismo», pero instó a los serbios para que aplacaran sus «fantasmas y paranoias», evitaran la desinformación y sobre todo no cayeran en la tentación de organizar movilizaciones de carácter populista para resolver sus problemas locales. «Eso es funesto, como jugar con fuego», advirtió
(...)
    La pobreza, distintivo tradicional de los albanokosovares, venía asociada con ese arcaísmo. Por desgracia, el autogobierno albanés instituido a partir de la Constitución de 1974 no logró que las cosas mejoraran sustancialmente a pesar de los planes de desarrollo e inversiones a escala federal. Peor aún: a pesar de que Kosovo acaparó porciones muy cuantiosas de los fondos de ayuda federales [27] que se utilizaron para crear una infraestructura industrial en la provincia, ésta siempre fue escasamente rentable y el número de desempleados era el más elevado de Yugoslavia. Tales quebraderos de cabeza terminaron provocando la irritación de las repúblicas inversoras, que retiraron sus contribuciones, incluyendo la misma Serbia, que a mediados de los ochenta dejó de cotizar en el denominado Fondo para Subdesarrollados. Así que el problema de Kosovo fue la causa de que se disparara el característico mecanismo de insolidaridad entre zonas ricas y pobres. Por lo tanto, este asunto era muy serio y estaba profundamente viciado. Era cierto que los serbios estaban pagando décadas de una gestión abusiva y hasta opresora, pero a esas alturas hasta los responsables mejor intencionados lo tenían muy difícil para enmendar la situación. Las repúblicas más desarrolladas utilizaban la cuestión kosovar contra Serbia, como prueba de su ineficacia; y también como excusa para justificar su desentendimiento de un agujero negro imposible de llenar: por esos años el «egoísmo republicano» estaba en su apogeo en todas y cada una de las partes que componían Yugoslavia. Ante tal panorama, y a lo largo de los años ochenta, el naciente nacionalismo serbio ponía énfasis una y otra vez en que la suerte de su minoría nacional en Kosovo estaba dramáticamente amenazada: miles de serbios y montenegrinos debían emigrar y vender sus tierras y propiedades para escapar de un ambiente opresivo."
Discurso de Gazimestan pronunciado por Slobodan Milošević el 28 de junio de 1989

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