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viernes, 26 de abril de 2019

LA BELLEZA DE YOSEMITE. MI PRIMER VERANO EN LA SIERRA, de John Muir

LA BELLEZA DE YOSEMITE. MI PRIMER VERANO EN LA SIERRA, de John Muir

    "No es de extrañar que las colinas y las arboledas fueran los primeros templos de Dios, y cuanto más se talan y se talla su madera para hacer catedrales e iglesias, más lejano y ausente se encuentra el Señor. Lo mismo puede decirse de los tempos de piedra. A lo lejos, al este del bosquete donde tenemos nuestro campamento, se alza una de las catedrales de la naturaleza, labrada sobre la roca desnuda, de aspecto casi común y unos dos mil pies de alto, adornada noblemente con agujas y pináculos, y que vibra ante las riadas de luz como si tuviera vida cual una arboleda sagrada. Tiene un nombre de lo más acertado: Cathedral Peak. Incluso el pastor Billy se gira de vez en cuando hacia este maravilloso edificio, a pesar de que él parece incapaz de oír los sermones de las rocas. Si la nieve se negara a fundirse en el fuego, ello no sería más increíble que su permanente indiferencia ante los rayos de esta belleza divina. He intentado convencerle de que vaya hasta el borde de Yosemite para admirar la vista, ofreciéndome a cuidar yo las ovejas durante un día, mientras él disfruta lo que los turistas de todo el mundo vienen aquí a ver. Pero a pesar de estar a menos de una milla del valle, no va a ir hasta allí ni siquiera por mera curiosidad.

    —¿Qué es Yosemite —dice— sino un cañón? Muchas piedras, un agujero en el suelo, un lugar peligroso en el que puedes caerte, un maldito lugar del que lo mejor es mantenerse alejado

    —Pero piensa en las cascadas, Billy. Solo piensa en ese gran río que cruzamos el otro día, cayendo media milla por el aire; piensa en ello y en el ruido que debe hacer. Mira, puedes oírlo ahora mismo como si fuera el rugir del mar.

    Así, como un misionero llevando el evangelio, le intenté convencer de ir hacia Yosemite, pero él hacía oídos sordos."

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