TOCANDO FONDO. EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS, de Leonardo Padura
"Buscar medicinas y un poco de comida para mi mujer, fumar cigarros con intensidad suicida, cuidar a Truco después de cada accidente o bronca callejera a los que era tan proclive, practicar sin fe una religión tiránica, mirar con distancia estoica las grietas en las paredes y techos en vías de derrumbe de nuestro apartamentico y curar perros tan pobres y desaliñados como sus dueños, se convirtieron en los lindes de mi vida de mierda. Cada noche, después de acostar a Ana —ya no podía hacerlo ella sola—, sin deseos de leer y mucho menos de escribir, adquirí la afición de subir por el muro de mi vecino y sentarme, hiciese frío o calor, en la horquilla que formaban dos gajos de su mata de mangos. Allí, bajo la mirada de Truco, que desde el pasillo seguía cada uno de mis movimientos, me fumaba un par de cigarros y me dedicaba a sentir la plenitud de mi derrota, de mi vejez anticipada, de mi desencanto cósmico, a examinar la conciencia casi muerta del ser lamentable en que había desembocado el mismo hombre que alguna vez había sido un muchacho preñado de ilusiones, y que parecía dotado para domar el destino y arrodillarlo a sus pies. Qué desastre."
Leonardo Padura |
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