LA CAPTURA DE PROVENZANO. VOSOTROS NO SABÉIS, de Andrea Camilleri
"Cuando el subjefe de policía Cortese y sus hombres pasan días y noches vigilando la casa de Montagna dei Cavalli, son como perros de caza que olfatean la presa pero no la ven. Los agentes no tienen la menor certeza de que aquella casa esté habitada: la puerta se halla siempre cerrada, las ventanas atrancadas y de noche no se filtra ni un vestigio de luz. Pero si está deshabitada, en el comportamiento del propietario Giovanni Marino, que utiliza el cobertizo anexo para la elaboración de productos lácteos, se observa algo muy raro. A veces se sitúa cerca de la puerta y se ve claramente que habla. ¿Con quién? ¿Con el viento? ¿Con los pájaros? ¿Con la pared? En una ocasión se le vio encaramarse a un murete que se alza al lado de la casa para orientar mejor una antena de televisión.
Mas ¿para qué sirve hacer funcionar bien un televisor si no hay nadie en la casa?
Finalmente, la mañana del 11 de abril tiene lugar una epifanía parcial. Marino sale de su cobertizo y se acerca a la puerta de la casa, entreabierta lo suficiente para que desde el interior asome una mano, que le entrega un paquete antes de volver a cerrar.
¡Una mano! Eso significa que allí dentro vive alguien escondido y que ese alguien es sin duda Provenzano. Pero es mejor esperar un poco, pues si resultara una pista falsa se echaría por la borda el trabajo de muchos años.
Poco después se presenta ante la puerta de la casa el anciano Bernardo Riina con una bolsa en la mano, la deposita en el suelo y se pone a hablar con Marino. En un momento dado, el objetivo de la cámara lo encuadra entrando en la casa. Alguien le ha abierto la puerta. Esta vez no se ha tratado de una epifanía sino justo de lo contrario: de una desaparición.
Es la confirmación de que allí hay alguien. Además, esa bolsa había salido el fin de semana anterior de la casa de la familia Provenzano. Y eso los agentes lo saben.
Así pues, el subjefe de policía Cortese, tras haber consultado con Giuseppe Pignatone, Michele Prestipino y Marzia Sabella, los magistrados responsables de las investigaciones relacionadas con Provenzano, ordena a las 10:30 un ataque relámpago: derriban la puerta, entran, el subjefe reconoce de inmediato a Provenzano, que se ha quedado petrificado, le arranca el pañuelo que lleva alrededor del cuello para comprobar si tiene la cicatriz descrita por todo el mundo, y le dice:
—Usted es Bernardo Provenzano y queda detenido.
Provenzano se derrumba y no reacciona. A su lado, el televisor sigue dando los resultados de las elecciones políticas."
No hay comentarios:
Publicar un comentario