LA RETIRADA DEL SOMME. TEMPESTADES DE ACERO, de Ernst Junger
"Hasta la Posición Sigfrido todas las aldeas eran un montón de ruinas; todos los árboles estaban talados; todas las carreteras, minadas; todos los pozos, envenenados; todos los cursos de agua, represados con diques; todos los sótanos, volados con explosivos o convertidos en lugares peligrosos merced a las bombas allí escondidas; todas las vías férreas, desmontadas; todos los cables telefónicos, arrancados; todo lo que podía arder, quemado. En suma, transformamos en un yermo la tierra que aguardaría al enemigo cuando éste avanzase.
Lo que allí se veía recordaba, como he dicho, un manicomio; y como éstos, producía un efecto mitad cómico y mitad repugnante. Aquellas destrucciones fueron funestas también para la disciplina de la tropa, como enseguida pudo notarse. Allí fue donde por vez primera vi la destrucción planificada, un tipo de destrucción con el que luego en la vida habría de tropezar hasta la saciedad. Esta clase de destrucción, que está funestamente vinculada con las concepciones economicistas de nuestra época, ocasiona al destructor más daños que beneficios y no reporta ningún honor al soldado."
No hay comentarios:
Publicar un comentario