LEYENDO UN LIBRO DURANTE LA BATALLA. TEMPESTADES DE ACERO, de Ernst Junger
"Aquel terreno estaba siendo bombardeado y ametrallado por aviones que volaban en círculo por encima de nosotros y por ello hice que mis tres secciones lo atravesaran en hilera, moviéndose en zigzag. Una vez que llegamos a la meta nos distribuimos en embudos y agujeros, pues hasta la parte de acá de la carretera llegaban, aunque de manera aislada, las granadas lanzadas por el enemigo.
Me sentía tan mal aquel día que inmediatamente me tendí en una pequeña zanja y me quedé dormido. Al despertarme me puse a leer el ejemplar de Tristram Shandy que llevaba en mi guardamapas; así pasé la tarde, tumbado al sol, que me calentaba con sus rayos, en ese estado de indiferencia propio de los enfermos."
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