UN SOLDADO SIEMPRE VE CUANDO LLEGA EL FINAL. TEMPESTADES DE ACERO, de Ernst Junger
"...Se nos advirtió que el enemigo podía atacarnos con los nuevos tanques, rápidos y manejables.
Distribuí a mi compañía en orden de combate dentro de un pequeño huerto de legumbres. De pie bajo un manzano dirigí unas palabras a mis hombres, que me rodeaban en semicírculo. Los rostros aparecían serios y viriles. No era mucho lo que había que decir. Todos habían llegado a ver con claridad por aquellos días que íbamos cuesta abajo; en todo ejército existe, además de la unidad de las armas, también una unidad moral, y ésta es la única que explica aquella unanimidad de criterio. El enemigo exhibía en cada nuevo ataque armas cada vez más poderosas; sus golpes empezaban a ser más rápidos y violentos. Todo el mundo sabía que no podíamos vencer. Pero plantaríamos cara al enemigo."
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