EL FRAUDE DE LA DERECHA. EL ESTABLISHMENT, de Owen Jones
"No son únicamente los izquierdistas declarados quienes critican ese «socialismo para los ricos» que permea el régimen británico; también hay libertarios derechistas que lo reconocen. Douglas Carswell es un parlamentario conservador inconformista que se define a sí mismo como «libertario». Sentados los dos bajo los arcos de la bóveda de cristal de la Casa Portcullis del Parlamento, me cuenta que él se inspira en los niveladores radicales de la Inglaterra del siglo XVII. «Miro a mi alrededor y pienso en las disputas del siglo XVII: seguimos combatiendo a una élite afectada y arrogante que acumula poder y se dedica a chuparnos la sangre a los demás como una sanguijuela —me dice, hablando con ráfagas enfáticas y entrecortadas—. Y, aunque me duele decirlo, porque soy un thatcherista ferviente, sospecho que muchos de los problemas surgieron en los años ochenta. Gran parte de lo que sucedió entonces fue muy positivo, en el sentido de que hizo progresar el mercado libre, pero muchas de las cosas que creamos entonces, creyendo que iban a constituir un mercado libre, han acabado convirtiéndose prácticamente en lo contrario.» En opinión de Carswell, Gran Bretaña se ha convertido en una «oligarquía», víctima de una forma rampante de «amiguismo corporativo», que representa perfectamente el hecho de que las grandes empresas pueden «malversar partes del presupuesto de defensa a través de un sistema completamente inadecuado de obtención de recursos defensivos». Para un utópico de derechas como Carswell, esto no es capitalismo, sino más bien «corporativismo»: «Son las grandes empresas juntándose con el gran gobierno para cortarse a sí mislfíós un trozo enorme del pastel de la economía».
Cuesta no estar de acuerdo con el análisis de Carswell, aunque su solución al problema pasaría por una reducción drástica del Estado que dejaría a la población británica completamente expuesta a las fuerzas desatadas del mercado. Sin embargo, la gente como Carswell sí que pone sobre la mesa una serie de realidades del Establishment moderno. El riesgo y la deuda se han nacionalizado y recaen en la población, mientras que los elementos de beneficio están privatizados. Pese a que la ideología del sistema abomina con pasión del estatalismo, las élites empresariales dependen por completo de la generosidad del Estado. Éste es el tronco del capitalismo moderno y es el que lo sostiene: protegiendo a las grandes empresas, formando a sus trabajadores y subsidiando sus salarios, rescatando su corazón financiero y suplementando directamente los beneficios bancarios."
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