EL ORIGEN DE LAS GUERRAS EN LA ANTIGUA YUGOSLAVIA. LOS VENCIDOS, de Robert Gerwarth
"...En muchos aspectos, Trumbić era la antítesis de todo lo que representaba Pašić. Era dieciocho años más joven, y procedía de la cosmopolita ciudad croata de Split, a orillas del Adriático. Trumbić había estudiado Derecho en Zagreb, para después cursar estudios de posgrado en Viena. A los treinta y tres años ingresó en la Cámara Baja del Parlamento austrohúngaro. Aunque en los últimos años de la guerra acabó apoyando la idea de un Estado federal de los eslavos del sur, consideraba a los serbios un pueblo culturalmente inferior, en parte debido a su largo sometimiento al dominio otomano. «Espero que no vayan ustedes a comparar —fue el célebre comentario que hizo durante una entrevista con los medios de comunicación franceses— a los croatas, los eslovenos y los dálmatas, a los que siglos de comunión artística, moral e intelectual con Austria, Italia y Hungría han convertido en puros occidentales, con esos serbios a medio civilizar, los híbridos balcánicos de los eslavos y los turcos.»
La Gran Guerra y la estimulante perspectiva de un Estado de los eslavos del sur fuera de las estructuras imperiales aunaron a Pašić y a Trumbić. Tras el inicio de las hostilidades, Trumbić huyó a Italia, y después a París y a Londres. Él y Pašić colaboraron estrechamente en el Comité Nacional Yugoslavo que se fundó en París en abril de 1915. En julio de 1917 los dos políticos se pusieron de acuerdo en la Declaración de Corfú, que contemplaba Serbia, Croacia y Eslovenia como un Estado unido en la posguerra —una monarquía parlamentaria con un rey de la casa de Karadjordjević que reinaba en Serbia. El nuevo Estado debía garantizar los mismos derechos a todas las confesiones religiosas. Lo que Trumbić y Pašić no llegaron a acordar fue la espinosa cuestión de si la futura Yugoslavia iba a ser un Estado federal, con una autonomía local de gran alcance para los pueblos que la constituían, o un Estado unitario centralizado. Mientras que Trumbić creía que había suscrito un modelo federal, Pašić claramente aspiraba a un Estado unitario, que era lo que más convenía a los intereses de Serbia. Esta cuestión iba a surgir de nuevo inmediatamente después del final de la guerra.
Además, otras regiones del Estado de los eslavos del sur parecían descontentas con la situación después de 1918. En Montenegro estalló una guerra civil entre los «verdes», que se negaban a ser absorbidos por un Estado de la gran Serbia, y a ver depuesta a su propia familia real, y los «blancos», que preferían una unificación incondicional con Serbia. Italia, decidida a socavar el nuevo Estado de los eslavos del sur siempre que podía, facilitó el descontento y contribuyó a organizar la resistencia armada. Aproximadamente trescientos partidarios del rey Nicolás de Montenegro viajaron en buques italianos hasta el puerto montenegrino de Bar. Allí reunieron a 3000 insurgentes y se dispusieron a atacar Cetinje, la capital montenegrina, pero fueron repelidos por sus oponentes «blancos», que les obligaron a retirarse a Italia.
En última instancia, el Estado de los eslavos del sur demostraría su incapacidad para salvar el abismo que existía entre las distintas visiones implicadas en el proyecto yugoslavo.
Aunque tal vez se haya exagerado la inevitabilidad de la incapacidad de Yugoslavia de sobrevivir como Estado nacional, la incapacidad de los políticos de llegar a algún tipo de compromiso sobre la centralización del poder del Estado abocó al fracaso al Estado de los eslavos del sur del periodo de entreguerras, lo que explica muchas cosas sobre los reiterados estallidos de violencia interétnica en la región."
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