EL PILOTO QUE SALVÓ SU VIDA, OCTUBRE DE 1937. YO FUI PILOTO DE CAZA, de Francisco Tarazona
"Hoy bombardearon Gijón varias veces, una vez más después de muchas. Estamos atacando a los bimotores, cuando llegan los cazas. No nos dejan continuar. Los bombarderos pueden empezar tranquilamente a realizar su trabajo de destrucción. Comienzan a arder barcos y casas, y a volar tramos del muelle. Entre tanto, a nosotros se nos va todo el tiempo en subir, bajar, meter gases, picar a la vertical. Tirar la palanca para subir al cielo y apretar los gatillos al ver pasar una marca enemiga. No puede decirse que entable combate con un caza. A nosotros nos toca huir. Huir, y, al mismo tiempo, permanecer en el aire, en el área de combate.
Hemos tenido —como dijo Toquero— que salvar el pellejo y guardar la ropa. Un bombardero que se ha separado de la formación es alcanzado por Huerta y Llorente. Éste va pegado a la cola del Junkers, cuando varios Heinkel 70 se dejan caer para atacarlo. Meto rápidamente el pedal derecho, y la nariz de mi «Mosca» hace frente al fuego de ellos. Pasan como rayos. Huerta los ha visto y se defiende. Llorente juega con su «Chato» en metro y medio de espacio.
De repente, siento que me tocan y que el motor empieza a ratear. Me escapo, y vuelvo rápidamente al campo con el motor echando gran cantidad de humo. Estoy virando con el tren de aterrizaje bajado, cuando aparece a mi izquierda un Me 109. Pienso que me derribará. Logro aterrizar. Sin quitarme el paracaídas, salto del «Mosca» y echo a correr buscando dónde protegerme del ametrallamiento de mi perseguidor. A poco, desisto de hacerlo; el paracaídas me pega en las corvas a cada paso que doy, doblándomelas, Me desabrocho desesperadamente sus amarres y me lo coloco encima de la cabeza. En ese mismo momento, el Me 109 pasa disparando sus ametralladoras. Las balas levantan surtidores de tierra a mi alrededor, pero no me tocan. Tiro el paracaídas y vuelvo a correr. Siento que mis pulmones van a estallar. Logro echarme a la acequia que bordea el campo. El piloto alemán se olvida de mí y se dedica al «Mosca», pero no logra meterle ni una sola bala.
Siento como si hubiera vuelto a nacer; la vida, a pesar de todo, es una cosa muy buena. Hubiera sido más fácil derribarme que dejarme escapar ileso. Hoy es mi día de suerte. Si me vuelvo a ver en las mismas, no lo cuento, por más novato que sea el piloto que me toque."