VIVIR EN MILAN. LAS OCHO MONTAÑAS, de Paolo Cognetti
"Bien es cierto que en los días lluviosos la calle se inundaba —y yo me imaginaba el río rugiendo abajo en la oscuridad, hinchándose hasta rebosar de las alcantarillas—, pero era el otro río, el formado por los coches, las furgonetas, los ciclomotores, los camiones, los autobuses, las ambulancias, el que siempre se desbordaba. Estábamos en lo alto, en la séptima planta: las dos filas de edificios gemelos que bordeaban la calle amplificaban el estruendo. Algunas noches mi padre no aguantaba más, se levantaba de la cama, abría la ventana de par en par como si quisiese insultar a la ciudad, forzarla al silencio, o arrojarle pez hirviendo; permanecía allí un minuto, mirando hacia abajo, luego se ponía la chaqueta y salía a caminar."
No hay comentarios:
Publicar un comentario