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sábado, 4 de junio de 2022

ÚLTIMOS TESTIGOS, de Svetlana Alexiévich

ULTIMOS TESTIGOS, de Svetlana Alexiévich


Libro de anécdotas de la invasión nazi sobre Rusia. Principalmente de  Bielorrusia, que de allí es la autora. Alexievich (1948) reunio 100 testimonios en los años 80 cuando esa gente, que entonces andaba en la cincuentena, hablaba de su niñez, o preadolescencia con uno o los dos progenitores perdidos por la guerra. Eran los ultimos que quedaban, habia que darles voz antes de que desaparecieran. Porque los protagonistas responden con los recuerdos de cuando eran niños o adolescentes. Sólo en Bielorrusia hubo 27000 niños en orfanatos en 1945. Por tanto, esto es un obra coral, donde cada uno aporta una nota concordante con las otras 99. Ahí esta la mano despues de la autora, Premio Nobel del 2015 para conseguirlo. Sin duda, con la crueldad de la guerra en nuestras múltiples pantallas, se hace necesario un libro como éste para saber lo que es de verdad, y lo que no es: ni un documental, ni una foto en primera plana, ni una cuota de share a la hora de maxima audiencia, ni una conversación en una barra de bar a 4000 km, ni un videojuego... Es lo que está aquí escrito, en esa sensación final que deja la lectura de Últimos testigos. 

Svetlana Alexiévich: “No me dedico a recoger solo horrores, sino que busco una nueva mirada que haga reflexionar”


Cada anécdota tiene su propia voz, en ella se descubre principalmente el miedo y el dolor por tanta atrocidad. Pero también otros sentimientos como la alegría por la liberación, la sólidaridad entre los vecinos, la resistencia por no dejarse matar, etc. Son historias personales con un toque de sencillez, de ingenuidad incluso, todas son voces civiles, no de militares. Eso sí, al principio lo sientes monotematico, como atrapado en un pozo en el que caes cada vez mas bajo, pero luego te centras en las historias y entretiene sin premuras. Como en otros libros de la autora, ella desaparece del relato.
Sirve de ejemplo para comprender la mentalidad de aquellas gentes, de lo que supuso en la sociedad soviética o rusa lo que ellos llaman La Gran Guerra Patria. La experiencia traumatica por excelencia que los galvanizo como sociedad comunista. Como ahora esta galvanizando a Ucrania.
Destacan tambien las historias de los partisanos y algunos envíos a campos de exterminio. Se aprovecha el recuerdo infantil de los adultos para evitar declaraciones ideológicas en general. Pero es evidente, y llama mucho la atención, el carácter aleccionador de los testimonios: todos se portaron bien, todos fueron honestos, los traidores siempre fueron otros y tuvieron su merecido. Por ejemplo, muchas familias evacuadas, o sin algunos de sus miembros, recogian y daban cobijo a niños que se encontraban abandonados por algun motivo. Muchas de estas pequeñas historias personales ocurren en el ámbito familiar de la propia casa o aldea. Demasiado bonito para ser lo unico cierto. Como esta escrito en época soviética,  tal vez no quepa esperar otra cosa. Además, hay un gran silencio en torno a la invasión previa de la mitad polaca. ¿Demostraron ahí los rusos ser mejores que los alemanes? Y lo mismo cabe pensar de la guerra ruso-finesa. Capítulos de la II Guerra Mundial en la que ellos fueron agresores iniciado el conflicto, pero sin noticia de remordimiento.

Puede parecer en exceso una historia de buenos muy buenos y malos muy malos, pero lo que es indudable es que los malos, los alemanes, tienen mucha suerte a día de hoy de existir como nación y como pueblo. Después de las burradas que hicieron, y aquí hay muchas, merecían el peor de los destinos. Otros pueblos, a lo largo de la historia, han desaparecido por mucho menos.
Una penúltima reflexión: es un monumento colectivo al momento crítico de la nación. Pero buscar esta lectura sólo porque la ha escrito una Premio Nobel puede ser decepcionante si no sabes de qué esto va de mucho dolor y sin final Disney. Puede resultar monótono porque el tema varía muy poco. Es árido y duro. Lo mejor sería pensar que esto de la lectura es como otros órdenes de la vida, donde hay muchos otros pececitos pululando por ahí y que nos pueden ser atractivos si solo queremos pasar el rato entretenidos. El método de escritura polifonica de Svetlana, cuyo resultado me recuerda un poco a Dostoievski, pasa por emplear el tiempo y la inteligencia necesaria para que una persona llegue a esa catarsis donde vuelca sus recuerdos más traumaticos con todo su sentimiento. Por lo que ella ha contado, son momentos en los que la gente se confiesa a sí misma situaciones que no todo el mundo se había atrevido a verbalizar. Luego está el oficio de la sutura para captar esos chispazos y ponerlos negro sobre blanco sin sentimentalismo ni trucos narrativos (evidentes al menos). 
Otra idea: es un libro sencillo y rápido de leer a poco interés que se tenga. Pero no implica que escribir un libro de estas características sea fácil. Ganarse la confianza de esta gente, contar sinteticamente estas cosas tan difíciles, debió costar. En nuestro mundo de tradición católica, siempre tienes la sombra de Dios revoloteando, y aún la libertad de desdecirte y abrazar una fe desde el ateísmo, o a un grupo de gente, o mas facilmente a la familia. Esta dentro de nuestra libertad de conciencia, pero pongámonos en la piel de esta gente: ha vivido lo peor que se puede vivir, se ha quedado sin familia (o la que quedo esta tan tocada como él) y ninguno apela a Dios (algunos hacen gala de su ateísmo, solo una persona confiesa no creer en el comunismo), están en unos años difíciles, con la guerra de Afganistán y el desastre de Chernobil. El comunismo no termina de arrancar por el motivo que sea. Aquí hay mucha amargura que descifrar. ¿Como soportas los recuerdos? ¿De qué ha valido tanto dolor?
Una última reflexión: ¿donde separar en esta obra la literatura de la historia? ¿La realidad de la ficción? La autora alega que ella no tiene ningún afán historicista. Así que aquí habría un buen debate.
. «[...] por su escritura polifónica, que es un monumento al valor y al sufrimiento en nuestro tiempo.», son losw merecimientos observados por la Academia Sueca al otorgar a la autora el Premio Nobel de Literatura 2015. «Me dedico a la historia omitida, las huellas imperceptibles de nuestro paso por la tierra y por el tiempo. Recojo la cotidianidad de los sentimientos, los pensamientos y las palabras. Intento captar la vida cotidiana del alma.»
Estas son las cosas que te colocan en la diana de los tiranos. Hoy Svetlana Alexievich vive exiliada en Alemania. Salio de Minsk escoltada por diplomaticos occidentales hasta tomar su vuelo en el aeropuerto para evitar que eñ sistema gubernamental la engullera para siempre.

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