LA EXTRAORDINARIA VIDA DE UN HOMBRE CORRIENTE, de Paul Newman
Si algo intenta Newman en esta historia de su vida es la sinceridad, y lo hace con un instinto de necesidad, de justificación. Ya en las primeras páginas anota dos detalles para ir rompiendo moldes: se esta fumando un porro mientras escribe, y que es medio judío. Parece tontería, pero en la juventud del actor ser mitad judío le cerró puertas, por ejemplo, en la universidad. Fumar porros sigue siendo, según quien lo lea, algo no bien visto.
Hay muchas otras confesiones de Newman: lo mal marido que fue de su primera esposa, lo mal padre que fue incluso durante el divorcio de Jackie (esa primera esposa), lo mal que llevaba su falta de cultura o el que solo se le valorará por su belleza física o sus ojos. Lo pardillo que era con sus extrañas inversiones al principio de su carrera. Encontronazos con la policia, hacer campaña por candidatos democratas o un cargo político que le colocó el presidente Carter en la ONU. La importancia de las carreras de coches. La carga emocional negativa que conlleva la fama, especialmente los fotógrafos y las fans maleducadas, el uso continuo de gafas de sol, su propia represión sexual de joven vivida en casa, una casa en la que el afecto sincero del padre y la madre brillaban por su ausencia.
Hay una parte especialmente interesante sobre lo que significa actuar. El pasó del teatro a la TV, y de esta al cine. Es muy bueno y gráfico como le ayudo Elia Kazan en este aspecto. Pocas veces he leído algo así, porque Newman se descubrió actuando hasta ese momento... para su madre. Tal es el peso que está mujer, Tress, tuvo en su vida, y no para bien. Este es uno de los hilos que cruzan toda la vida de Paul Newman, junto a su desarrollo interior, su crecimiento humano como actor de Hollywood.
La sexualidad de Newman era algo con lo que ganaba papeles, era su imagen. Algo que se interponía entre él y el personaje muchas veces, y algo que atropelló su vida pública frente a las fans y la crítica.
Otra línea narrativa es la importancia fundamental de su segunda mujer, Joanne Woodward, en su vida. Parece que con ella quisiera contrarrestar el balance negativo de su madre. Siempre hablaba de ella con admiración, respeto y el entusiasmo por hacer de él quien fue.
Hay muchas cosas de las que Newman pide nuestra indulgencia, o se disculpa en sus memorias. Son temas personales, como lo que pasó con su hijo Scott. Aqui da la sensación de que preferia salir corriendo a trabajar ante la situacion de las hijas haciendose mayores y adquiriendo la conciencia de quiera su padre y, por tanto, de que ellas ya no eran gente normal sino hijas de una celebridad.
Entran en los capítulos finales el tema de la bebida, el por qué de su abuso y como la fue dejando. El tema de las salsas Newman para ensaladas y el uso integro de los beneficios para causas benéficas. Su afición a las bromas pesadas o a la velocidad en los coches. En contraste, unos pocos testimonios ajenos afean su conducta en ocasiones más de lo que él lo hace.
Newman se saca "la coartada": transcribe los recuerdos de sus amigos respecto a él, también compañeros de profesión. Casi todos lo ponen bien en el aspecto, siempre humano y en la distancia corta, en que lo conocieron. Pese a las ocasionales críticas, es casi un homenaje más que una encuesta objetiva. Aunque también es cierto que para flagelarse ya está el mismo. Pero todos coinciden en que era sincero, honesto y ambicioso siempre. Con defectos, un buen tipo. Menos perfecto de lo que daba en pantalla.
El se define, porque eso es lo busca a lo largo del libro, como adorno y como huérfano. Su carrera arrancó y de mantuvo porque era consciente de su belleza, de que era un adorno dentro y fuera de la pantalla, y solo cuando empezó a salir a la luz, y no siempre, el huérfano que llevaba en su personalidad, también empezó a sentirse seguro (una clave de sus actuaciones según los críticos de cine), a darlo todo en sus películas, a beber menos y a ser mejor persona. El libro podría haberse titulado "La justificación del huérfano".
En definitiva, estas memorias, al leerlas, dejan un grado alto de introspección. Son las conversaciones de Newman con Stewart Stern entre 1985 y 1991. Luego el actor quemó las conversaciones grabadas pero se guardaron las transcripciones, y esos papeles han sido la base de este libro, ya en manos de su hija Clea como responsable. Por eso, en rápido epílogo, Clea nombra algunas películas que el actor no nombra, como Camino a la perdición, o la vuelta al teatro.
Sin duda, el mejor homenaje al buen recuerdo que dejó a su alrededor
Aqui un video del libro
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