PIRINEOS, TRISTES MONTES, de Severino Pallaruelo
Uno de esos libros que a veces compro en algun pueblo con librería, y pruebo fortuna a ver que pasa. Asi me topé con este afamado libro (a nivel local) de Pallaruelo, un profesor de instituto de Sabiñánigo, además de dedicarse a otras labores como la de escritor. De hecho este libro fue premiado, en 2010, una reedición, en el Salón del Libro Pirenaico de Bagnères-de-Bigorre. Sus inicios en este oficio comenzaron en 1984 y trata temas etnológicos y tradicionales generalmente.
Pirineos, tristes montes es un libro que habla de personas en pueblos pirenaicos, a veces son pueblos de tamaño mediano, pero la mayoría cuentan historias de pueblos con muy poca gente, casi abandonados, o se remonta a años previos a que esto ocurriera. Son relatos llenos de melancolia por un mundo en vias de extincion, porque muchos son recuerdos de la despoblación. Supongo que el hecho de haber nacido en Puyarruego en 1954, un poco más arriba de Aínsa, como si fueras hacia Añisclo, en Huesca, le da mucho conocimiento de lo que escribe. No solo por lo que ha visto, sino por lo que le han contado, y me refiero a unos cuantos cuentos acerca de la Bolsa de Bielsa, un embolsamiento de tropas republicanas que fueron expulsadas hasta llegar a la frontera francesa por parte del ejército nacional. Hay mucho costumbrismo, muchas descripciones de las generaciones de nuestros padres en casas de piedra mal iluminadas y mal calentadas en invierno, donde se manda a los hijos a estudiar lejos para que tengan otro modo de vida obviando lo duro que se les hace a los chicos esta separación. Hay amargura en algunos de esos personajes que se quedaron allí para siempre, detrás de un escaparate. A veces los cuentos acaban con el personaje frente a un objeto que lo simboliza todo, como por ejemplo el cristal de una ventana. Otro tienen su toque de humor. Y muchos comienzan con un tono coloquial, como en una conversación sin prisas, para poner a uno "de fuera" en situación. Están los hechos luctuosos y con los que se tiene que convivir encerrados en un valle para siempre. Pero no hay odio acumulado a pesar de los pesares, solo un recuerdo melancólico, balsámico, como si dijéramos al final "por suerte, esto ya pasó" pero tampoco reniegas de ello.
Hay un verismo en estas páginas que contribuye mucho a la voz propia del narrador en cada cuento. Mantiene algunos modismos y giros del habla de la gente del lugar. Al parecer, Pallaruelo inventa pocas historias, en todo caso sabe exponerlas al lector y abrirle una historia oculta detrás de los muros de una casa en ruinas, de un corral hundido o de un camino de herradura casi abandonado. Ya en el primer relato se encarga de quitarnos el idealismo hacia estas montañas: vivir aquí fue muy duro y sacrificado. Y ahora lo será menos, pero aun asi no le debe faltar dureza.
Para los de fuera, que llegamos, hacemos un rato de turismo por las cimas y nos volvemos a nuestra civilizada localidad, llamar tristes montes a los Pirineos puede ser una contradicción. Pero ahí está lo bueno de estos 28 cuentos. Dejar de ser turistas o montañeros y ponerse en la piel de esta gente, de estos montes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario