COMUNEROS. LA REVOLUCIÓN DE CASTILLA, de Engel de la Cruz
¿Hay líderes en la historia de España como Padilla, Bravo, Maldonado y Pacheco? De esas características, de esos que se celebran 500 años después como se hace en Villalar, yo no los recuerdo. Entonces recuerdo que algo tendrá el vino cuando se lo bendice. Este libro destila, en la actitud de su autora, mucho amor por su recuerdo. Es la principal característica.
La historia de los comuneros es de esas que, desde los escritores que fueron contemporáneos hasta hoy, ha sido manipulada y tergiversada como agua arrimada a tu propio molino. Se han retorcido aquellos años de rebeldía contra un rey extraño por parte de los más monárquicos que tenían una idealización del poder absoluto, como pasaba con los palmeros de Carlos I, tanto como por gente autonómica o rebotada con la autoridad. Se ha vuelto de moda ser comunero, he conocido gente que se sentía así. La exposición de este libro intenta no dejarse nada en el tintero, pero con evidente simpatía por los que perdieron la partida contra el poder impuesto y gran parte de la nobleza, sobre todo la más alta. Por otra parte, creo que a mucha gente le supone un obstáculo acercarse a la historia por culpa de los intereses políticos con que nos esta siendo transmitida desde siempre: una cosa es la imagen de la historia de España que nos han inculcado desde críos en la escuela, y otra la de gente que se ha quedado las pestañas manejando las fuentes primarias sin excepción (al menos las que hubiera en su época) y sacándole lentamente conclusiones después de darle muchas vueltas. Historiadores poniendo en duda los tópicos de siempre y las lecturas interesadas. Cualquiera se puede equivocar, pero a todos se les exige honestidad. Sus obras no van a estar entre los bestsellers de un escaparate, pero están. Como dicen por ahí, el hecho de no conocer la ley no te exime de cumplirla, y el hecho de que no nos lleven a casa o a las pantallas las obras de los historiadores de verdad no nos exime de saber que podemos buscarlos nosotros mismos. El presente libro es divulgativo, de los que pueden ser atractivos para llegar al escaparate sin dejar de ser un intento de llegar a la verdad de lo que pasó en la medida de lo posible. Tiene voluntad de contarnos la historia a través de los mejores historiadores reconocidos, como Joseph Pérez, y de lo que supuso para España esa pérdida de libertades que fue el fracaso de la revuelta. La parte final del libro nos habla del eco que tuvo esta pequeña guerra civil en los siglos venideros a través de la política (cortes de Cádiz, en EEUU, en el Regeneracionismo, en la República, en el franquismo, etc), en la literatura, el resto de artes, el cine y la televisión.
El libro se abre en los antecedentes castellanos, y como la monarca Isabel puso orden en el tinglado del siglo XV en su reino. Con su buen recuerdo, la llegada de reyes extranjeros como Felipe el Hermoso y su hijo Carlos I fue evaluada por lo que eran: unos arribistas bastante chulos que utilizaron, y sólo utilizaron, esta tierra y a sus gentes para sus proyectos políticos en sus alejados de Castilla o Aragón. Contra esta humillación se levantaron muchos, no solo los comuneros. Pero parece que sobre ellos cayó principalmente el peso de la represión y de la propaganda del rey y de cualquier otro gobierno hasta el siglo XIX. También me echa un poco por los suelos esa imagen impecable del emperador, al menos en sus años iniciales, que más se semejante a un patán, a un niñato, o a una marioneta en manos de sus ayudantes flamencos. Todo ello sin menoscabo de lo bueno que hiciera bastantes años más tarde, cuando realmente hubiera completado su formación basada en darse de bruces contra realidad (esto último son conclusiones mías)
El libro desmenuza bien porque los comuneros tuvieron tantos apoyos iniciales, de la misma manera que los fueron perdiendo. El papel de Padilla, Bravo, Maldonado y otros. Después el protagonismo de María Pacheco, viuda de Padilla. Las escasas victorias comuneros, el papel esencial de Juana la Loca, del loco obispo Acuña, los muchos obstáculos que encontró el monarca para aplastar la revuelta, y su profunda soberbia y el rencor que les guardo toda la vida. Es un relato no sólo de batallas, es muy de historia social y política, un último grito alzado contra el absolutismo que vino de la mano de una población hispana que, me parece, es la última vez que actúa unida transversalmente entre diferentes estratos sociales: no solo fueron nobleza media y baja, o solo burgueses: el pueblo llano fue protagonista. No recuerdo algo así hasta la guerra de la Independencia, aunque puede que me equivoque.
Finalmente sigue el rastro de los perdedores, y su huella en la historia, por ejemplo en las cortes de Cádiz. La inmediata destrucción de documentos de los comuneros por parte de los funcionarios de Carlos, la culpa o no de los judíos en esta revuelta.
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