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domingo, 10 de diciembre de 2023

UN LUGAR LLAMADO ANTAÑO, de Olga Tokarczuk

UN LUGAR LLAMADO ANTAÑO, de Olga Tokarczuk 

He aquí una de las primeras novelas de la premio nobel de literatura del 2018, la polaca Olga Tokarczuk, original, profunda y sencilla de leer en conjunto. Aunque el comienzo, al situarnos en el lugar de Antaño, como si nos describiera los accidentes geográficos de un mapa, me echó un poco para atrás. Pero después de esas páginas todo empieza a funcionar como un reloj. Básicamente, creo que sirve para trasladarnos a otro lugar que no sea aquel desde el que nos disponemos a empezar esta novela. Como diciendote: "esto es otra cosa". Es la historia de tres generaciones de polacos de la aislada comarca de Antaño desde 1914 hasta la época de gobierno comunista. Aquí comienza una historia de personas dentro de la Historia. Cada capítulo va de una persona que no solo se relaciona con otras, sino con el tiempo, con los objetos cotidianos, con los animales, con los recuerdos. La originalidad de estas relaciones entre todos estos sujetos descubre una profunda intimidad entre este ellos. Esta es la parte que mas me ha interesado.

Una de las cosas que más me ha gustado es la capacidad de evocación de objetos materiales que acaban por impregnarse de vida humana, o también la síntesis tan evocadora de ciertas personas en un giro de su vida. Eso me ha parecido magistral. Por ejemplo, lo que hace con el molinillo de café es genial, me recordó al Aleph de Borges sin copiarlo, dando un giro distinto. Hay que decir que muchas situaciones se justifican o remiten directamente a un ser superior, a Dios como entidad natural. 

Es con esa clase de realidad con la que se relacionan los personajes, una relaciones trascendentes con sencillez. Como dije en relación al molinillo de café, se relacionan con esa parte de los objetos, personas o animales que no está en lo visible de ellos, en su superficie, sino en la parte más profunda e invisible de sus apariencias, como lo sería la parte sumergida de un iceberg. ¿En qué consiste esa parte invisible con la que, de alguna manera, dialogan los personajes? Esa es la gracia del asunto en esta novela. Cada personaje lo hace a su manera, le da un sentido peculiar según sus propias necesidades, aficiones, deseos más promiscuo, etc. Muy gráfico cuando Misia, por ejemplo, siente que el mercurio de un termómetro es una animal vivo y juega con el. O dicho de otro modo, aunque el capítulo cuente una pequeña historia costumbrista, suele aparecer algún objeto común al que un significado particular provoca un giro de la narración. La explicación puede ser que cada persona tiene su ángel.

Si cada persona es un mundo como se suele decir a veces, cada uno de los personajes vive en un universo propio lleno de matices simbólicos. La naturaleza del paisaje rural influye en sus vidas incluso con un hálito mágico. Una planta puede ser el amante de una mujer, o un río el enemigo del cura al que se le ocurre azotar con una rama. A veces, incluso una persona se convierte en un animal o un espíritu. Tal y como lo relata Olga, cada historia parece un cuento unas veces realistas, pero las más de las veces con elementos mágicos 

Los capítulos son cortos, centrados en una persona de Antaño, que está pasando, al principio, por los efectos de la I Guerra Mundial traumaticamente. Se encuentra en algún lugar de Polonia, a una distancia indeterminada del frente oriental. El orden de los acontecimientos es cronológico, pero el tiempo de cada experiencia que sufre o disfruta cada individuo tiene una levedad extraña que parece romper esa rueda temporal. Parece que el tiempo se detiene, que tiene un antes y un después infinitos en el proceso de la experiencia. Es un tiempo elástico, unas veces va rápido y otras se detiene en el ánimo de la gente. Lo mismo pasa, desde el primer capítulo, con el espacio: Antaño en un microcosmos que se abastece de sus propias historias. A veces, los niños, con su imaginación sienten que no pueden traspasar sus límites. Cuanto más maduros se hacen, más lejos llegan. Y más amargas se vuelven sus vidas: van perdiendo esos momentos luminosos de sus vidas, y los sinsabores no tienen ya ningún sentido, el deseo de seguir viviendo va convirtiéndose en pura inercia. Desde luego, la transformación de la vida de esta gente de Antaño es contada con la levedad y la profundidad de los sueños.

Después vendrán los nazis y la contraofensiva soviética, escenas estas donde el costumbrismo rural queda enterrado bajo toneladas de crueldad sin ninguna magia y sin el candor de los tiempos buenos o malos de siempre.

Hablando como lo hace de un periodo de tres generaciones, me recordó en cierto modo a los Budenbrook de Thomas Mann, de quien la autora se confiesa admiradora. Pero mientras el alemán vuelca todo un bagaje cultural para entender a sus personajes, ya que son un complicado engranaje psicologico con trasfondo en la cultura alemana, estos personajes de Olga parecen más motivados por sus impulsos naturales y, en algunos casos significativos, animales. La fuerza de la tierra es poderosa en los avatares de la historia,  y el capítulo dedicado a perales y manzanos parece confirmarlo. Por ejemplo, la vida obedece más a ciclos naturales que a los esfuerzos humanos por romperlos. A veces la muerte infligida violentamente obedece más a un placer por matar que por una necesidad vital o un elaborado calculo, ya sea de un humano o por una bestia. Otra obsesión en la novela de principio a fin es que una cosa es la suma de sus partes, empieza con el cuerpo humano y acaba haciendo series de 4 cosas muy relacionadas. Lo importante es esa enumeración, esa sugerencia multiplicidad de definiciones para sumar una entidad superior. 

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